Mientras el régimen de Bashar al Assad celebró el domingo elecciones parlamentarias por tercera vez en medio de la actual guerra civil siria, la oposición ha calificado la votación como una farsa ilegítima, en parte porque más de la mitad de la población siria ha sido desplazada por el régimen sirio y, por lo tanto, no puede participar en las elecciones, que fueron aplazadas debido a la pandemia de coronavirus.
La población del país, antes del comienzo de la guerra civil en 2011, era de unos 22 a 23 millones de habitantes, según datos de la ONU. Alrededor de 6,7 millones de sirios se vieron obligados a abandonar el país y unos 7 a 8 millones de personas fueron desplazadas durante la guerra civil.
Además de alrededor del 61% del territorio del país dominado por el régimen, también se están celebrando elecciones en la provincia nororiental de Al-Hasakah, controlada por el grupo terrorista YPG/PKK. Las elecciones no se celebrarán en las regiones controladas por los grupos de oposición.
El parlamento sirio, con 250 escaños, cuenta con un gran número de empresarios, líderes tribales y los llamados independientes, todos ellos conocidos por su proximidad al régimen desde hace mucho tiempo. Según los medios de comunicación oficialistas, más de 1.600 candidatos compiten en las elecciones.
La oposición
La oposición siria, que describe el parlamento como un "consejo de guerra", sostiene que el régimen manipula las elecciones dejando que solo las figuras cercanas a él se presenten a las elecciones. Naser al-Hariri, jefe de la Coalición Nacional para las Fuerzas Revolucionarias y de Oposición de Siria, dijo a la Agencia Anadolu que las elecciones son celebradas por un "régimen ilegítimo" y por lo tanto son inválidas. En cambio, las elecciones legítimas se celebran de forma transparente y bajo supervisión pública, con la participación de todo el público, las ONG y la prensa libre, dijo Hariri. No debe haber temor a la intervención del Ejército o de las fuerzas de seguridad, añadió.
Dado que más de la mitad del pueblo sirio fue desplazado, no puede votar y la voluntad del pueblo no estará representada en las urnas, señaló. Además, algunos de los candidatos a las elecciones se enfrentan a sanciones internacionales por su participación en crímenes contra el pueblo sirio.
Por tal motivo, Abdurrahman Mustafa, jefe del Gobierno provisional de la oposición de Siria, calificó las elecciones como un teatro: "Al celebrar elecciones falsas, están tratando de huir del proceso político". No les importan los detenidos, los desamparados, los desplazados o cualquiera que abandone el país, agregó, y añadió que están tratando de mantenerse en el poder en Siria sin preocuparse por el derramamiento de sangre.
El régimen de Bashar al Assad celebró elecciones similares en 2012 y 2016, pese a que el país ha sido devastado por la guerra civil desde principios de 2011, cuando el régimen reprimió a los manifestantes prodemocracia. Desde entonces, cientos de miles de personas han sido asesinadas, según estimaciones de la ONU.
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