La Guardia Costera de Estados Unidos tiene un programa de creación de una flota de rompehielos que serían usados en el Ártico y en la zona antártica. Este programa es conocido bajo el nombre Polar Security Cutter. Este tiene como meta reemplazar la vieja flota de rompehielos estadounidenses.
En realidad, esta apenas puede ser considerada una flota porque actualmente consiste de un rompehielos pesado, USCGC Polar Star, y un rompehielos mediano, USCGC Healy.
Está previsto que ambos rompehielos norteamericanos sean reemplazados por una flota de tres rompehielos pesados y tres rompehielos medianos, que tampoco es mucho, pero mejor que lo que la Guardia Costera de EEUU posee ahora. La historia de la nueva flota de rompehielos se remonta a abril de 2019 cuando esta rama de las FFAA de EEUU formó un contrato de la creación de un diseño y la construcción del primero de los nuevos rompehielos pesados.
El contrato por un valor total de 746 millones de dólares se firmó con la empresa estadounidense del estado de Mississippi, VT Halter Marine Inc. Según datos preliminares, el rompehielos pesado del programa Polar Security Cutter será de 140 metros de largo, la manga de la nave será de 27 metros, mientras el desplazamiento del rompehielos se cifrará en 23.300 toneladas. Se prevé que las naves de este programa tengan espacio para 186 miembros de la tripulación, científicos etcétera.
Se informa que los rompehielos del programa Polar Security Cutter estará basado en una nave de investigación alemán Polarstern II, que es una versión nueva del rompehielos germano Polarstern construido en 1981 y que se destacó por haber alcanzado el Polo Norte en 1991. Los nuevos rompehielos norteamericanos tendrán un sistema de propulsión diésel-eléctrico, pero al mismo tiempo ya se baraja la posibilidad de equipar los pesados con la propulsión nuclear.
La nueva flota de rompehielos estadounidense permitirá a la Guardia Costera del país llevar a cabo diferentes tipos de misiones en el Ártico como, por ejemplo: operaciones militares, defender intereses de EEUU en la zona ártica, realizar actividades de seguridad nacional, llevar a cabo investigaciones científicas, operaciones de rescate y, además, prestar apoyo logístico y escoltar a embarcaciones comerciales.
Cara a cara con otras potencias en el Ártico
En la nota de Trump se trata de los buques que todavía no son sujetos a las cláusulas del contrato. Según el memo, las capacidades de las futuras naves deben ser revisadas con tal de maximizar su utilidad en los polos congelados.
La nota también llama a evaluar las capacidades operativas extendidas y los costes de los rompehielos tanto pesados como medianos y "específicamente el uso de cualquier rompehielos con respecto a su capacidad de apoyar los objetivos de la seguridad nacional".
Se prevé que el proceso de evaluación dure 60 días comenzando el 9 de junio. La directiva del presidente estadounidense de evaluar el plan actual y desplegar rompehielos árticos a lo largo de la siguiente década es la señal de que la Administración actual está cada vez más preocupada por las actividades rusas y chinas en dicha región.
Washington teme que las operaciones de estas dos naciones puedan poner en peligro sus intereses en esta zona de importancia transcendental.
Por ahora Estados Unidos está perdiendo la batalla por el Ártico, si bien entiende la importancia de la región. Trump incluso en cierta etapa de su presidencia trató de comprar Groenlandia de Dinamarca, pero el negocio no prosperó. En cuanto a la flota de rompehielos, la de EEUU es minúscula en comparación con otras potencias. Canadá tiene 10 rompehielos operativos y construye otros tres. Además, el país norteamericano planea poner de quilla a otros cuatro.
China, que no tiene salida directa al Ártico, a diferencia de Estados Unidos —a través de Alaska—, ni está cerca de la zona antártica, ya tiene una flota pequeña de cuatro rompehielos modernos y, asimismo, tiene planes de aumentarla a través de la construcción de otros dos rompehielos pesados. La flota de rompehielos rusa es mucho mayor que la de EEUU y cuenta con 53 naves operativas. Moscú construye otros seis rompehielos y planea construir 12 más, entre ellos, superpesados.
Washington desde hace mucho tiempo entiende que necesita una flota operativa de rompehielos pesados si quiere competir por los recursos de la plataforma continental del Ártico con otras potencias mundiales. Pero hasta hace poco no hacía los esfuerzos necesarios para salir del punto muerto. Sin embargo, los esfuerzos que hace hoy en día tampoco son suficientes si Estados Unidos de verdad quiere hacer la competencia a otros jugadores mundiales presentes en la zona.
La época 'nuclear' en el Ártico
Las decisiones de Trump en cuanto al desarrollo de la flota de rompehielos estadounidense son extraordinarias. La nota que el presidente norteamericano mandó a varios departamentos supone la revisión completa del concepto de nuevos buques árticos pesados. En su lugar, propone sustituir las naves con la propulsión diésel-eléctrica con los que navegan gracias a la energía nuclear.
La razón detrás de esta decisión es bastante lógica: los rompehielos diésel-eléctricos tienen menos capacidad de romper el hielo denso, algo que es muy necesario si se prevé el uso de las naves de este tipo en las zonas cercanas al Polo Norte. Pese a sus grandes dimensiones y su desplazamiento la capacidad de los rompehielos diésel-eléctricos del programa Polar Security Cutter de romper el hielo es comparable solo con los rompehielos viejos.
En otras palabras, si el nuevo rompehielos pesado de Estados Unidos llega a un lugar donde el espesor de hielo supera dos metros, esta nave va a necesitar ayuda de un rompehielos más potente.
Por ahora solo Rusia dispone de rompehielos nucleares. Si Trump insiste en la creación de rompehielos nucleares, tiene todo el sentido. En caso de que Washington quiera marcar su presencia en la zona ártica, necesita buques dotados de energía nuclear.
Estados Unidos dispone de todos los componentes necesarios para crear un rompehielos nuclear. Además, tiene experiencia en la construcción de rompehielos y dispone de reactores nucleares para embarcaciones de diferentes tipos. Pero le falta una cosa: la propia experiencia en la construcción de un rompehielos atómico.
Si bien EEUU todavía se encuentra muy lejos de crear su propia flota de rompehielos nucleares, ya está buscando lugares para las bases navales para sus rompehielos: se trata de dos sitios en el territorio norteamericano y otros dos en países extranjeros.
En cualquier caso, es importante entender que la flota de rompehielos de Estados Unidos, pese a todos sus esfuerzos, no será capaz de alcanzar el nivel de la de la Federación de Rusia. Lo único que parece más real en la etapa actual es la competencia entre China y EEUU en el ámbito de construcción de rompehielos convencionales.
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