¿Ha llegado la segunda oleada del coronavirus que tanto se temía tras el control de la epidemia hace dos meses? Esta es la pregunta que todo el mundo se hace en China tras el brote en el mayor mercado de Pekín. Aunque hay bastante confusión en los datos oficiales porque las autoridades meten en una lista aparte a los enfermos asintomáticos, hasta el momento se relacionan 79 casos con la plaza de abastos de Xinfadi. Junto a los siete del jueves y viernes, figuran 36 el sábado y los mismos el domingo. Pero ese día se llevaron a cabo 76.499 pruebas entre los vecinos que viven alrededor del mercado y 59 dieron positivo. Algunos fueron incluidos en la lista de contagios confirmados y otros esperan diagnóstico, seguramente por no mostrar síntomas. Al margen de la exactitud de las cifras, este foco ha disparado los nuevos casos diarios en China a su máximo desde abril, ya que antes la mayoría de los contagios detectados procedían del extranjero.
Pero el brote en Xinfadi, que abastece a Pekín del 80 por ciento de carne, pescado y verdura, ha hecho saltar todas las alarmas porque la epidemia estaba controlada y la capital llevaba 56 días sin registrar infecciones. Además, el foco del mercado se ha extendido hasta las vecinas provincias de Liaoning, con dos casos, y Hebei, con tres. En esta última, la ciudad de Baoding, a 150 kilómetros de Pekín, ha decretado la «emergencia de tiempos de guerra» para impedir que llegue el virus, recoge el periódico «Global Times», altavoz del Partido Comunista.
Al tratarse de un brote en la capital, que está especialmente protegida por albergar a la cúpula del régimen, la situación es tan delicada que la viceprimera ministra, Sun Chunlan, ha ordenado «medidas firmas y decisivas» para impedir la propagación de la epidemia. A su juicio, y según informa la agencia estatal de noticias Xinhua, el riesgo es «muy alto» por la alta densidad y movilidad de la población del mercado.
Con una superficie de 107 hectáreas, Xinfadi presume de ser el mayor mercado de abastos de Asia y, hasta su cierre el fin de semana, por él pasaban cada día más de 50.000 personas. Con un tráfico diario de 1.500 toneladas de marisco, 18.000 de verduras y 20.000 de fruta, sirve no solo a Pekín, sino también a otras provincias del norte de China como Shandong, Shanxi, Hebei y Liaoning. Las autoridades ya le han hecho pruebas del coronavirus a más de sus 6.000 empleados y, de momento, solo han dado positivo varias decenas.
«Pekín ha entrado en un momento especial», anunció el portavoz del Gobierno local, Xu Hejian, para referirse a los draconianos controles alrededor del mercado, informa la agencia France Presse. Para atajar el brote, el distrito de Fengtai ha decretado la «emergencia de tiempos de guerra» movilizando a cientos de policías y cerrando una veintena de urbanizaciones próximas a Xinfadi. Además, las autoridades han hecho un llamamiento a todos los clientes que hayan estado en el mercado desde el 30 de mayo para hacerse la prueba del coronavirus. Cada día, en las calles se forman largas colas de vecinos ante los 24 puestos de toma de muestras habilitados en carpas y tiendas.
El objetivo es impedir que se repita la tragedia de Wuhan, que se sospecha empezó también en un mercado de abastos y se convirtió en el epicentro de esta pandemia que ha parado el mundo y lleva ya 7,7 millones de infectados y más de 430.000 fallecidos. Debido a lo contagioso y escurridizo que es el coronavirus, preocupa especialmente el caso de un conductor de los autobuses que van al aeropuerto, quien cayó enfermo de Covid-19 tras visitar el mercado, según recoge el «Diario del Pueblo».
Además de cerrar el mercado para tomar muestras, las autoridades han ordenado inspecciones sanitarias por supermercados, restaurantes y tiendas de toda la ciudad. Entre las 40 muestras positivas recogidas en Xinfadi, destacan las halladas en tablas de cortar salmón importado, lo que despierta el miedo a una infección en la cadena de suministro alimentario de Pekín. Para calmar los temores de los clientes, los grandes supermercados, como Carrefour y Wumart, ya han retirado el salmón de sus estanterías, asegurando que el resto de productos no se verán perjudicados.
Lo que no se sabe todavía es cómo llegó el coronavirus hasta dichas tablas de cortar, si vino con el pescado importado o si lo trajo algún trabajador o cliente del mercado. Las primeras sospechas apuntan a la primera posibilidad porque, a tenor de un epidemiólogo del Ayuntamiento de Pekín, Yang Peng, la secuencia genética del virus demuestra que procede de Europa. «Nuestra investigación preliminar es que el virus vino del extranjero. Todavía no podemos determinar cómo llego hasta aquí. Puede haber sido por marisco o carne contaminada o se puede haber propagado por las heces de la gente dentro del mercado», explicó el experto a los medios estatales, según informa Reuters.
Por su parte, otro epidemiólogo del Gobierno, Zeng Guang, aseguró que «Pekín no se convertirá en un segundo Wuhan, propagando el virus a muchas ciudades por todo el país y necesitando un confinamiento». Tal y como declaró a la Prensa oficial, «el brote será controlado tras un pico inicial de unos pocos días».
Por «fallar» en la prevención de la epidemia, han sido destituidos el teniente de alcalde del distrito de Fengtai, Zhou Yuqing; el secretario de Partido Comunista en el barrio de Huaxiang, Wang Hua, y el director del mercado de Xinfadi, Zhang Yuelin. Aunque las autoridades prometen una investigación y llaman a la calma, en las redes sociales ya cunde el temor a que el coronavirus esté circulando por Pekín. Incluso más que en el resto de China por ser la capital, las medidas de seguridad y seguimiento personal se habían extremado para que no hubiera ningún brote. Pero, justo cuando se habían relajado, ha surgido un peligroso foco que demuestra lo difícil que es recuperar la «normalidad» tras el control de la epidemia.
abc
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