Tiene cara de bonachón, de no haber roto un plato en su vida, pero cuando la hoguera arrecia, George Lucas es el primero en echar chispas. Hay en el director de Modesto algo turbio, un lado oscuro que recuerda a un tirano. O al menos lo hubo en su despótico comportamiento con David Prowse, el actor que sufrió bajo la guadaña del cineasta repetidas humillaciones mientras daba vida a Darth Vader.
Bajo la máscara más célebre de la historia del cine —a medio camino entre un samurái y una escafandra de buzo gótico— se encontraba David Prowse, un antiguo campeón de halterofilia que se valió de su físico para conseguir varios papeles en los años 70. Entre ellos estaba el de matón en «La naranja mecánica», de Stanley Kubrick, varias actuaciones como el monstruo de Frankenstein y el de villano de negra armadura en Star Wars. George Lucas decidió elegir a Prowse por su constitución física (2 metros de altura y 118 kg de peso) y por ser británico, ya que las primeras películas fueron rodadas en un estudio del Reino Unido, pero decidió prescindir de su voz en el montaje final.
Según declaró más tarde Prowse, no supo que su voz había sido sustituida por la de James Earl Jones hasta la misma sesión de estreno de la película. Al parecer, el director californiano buscaba una voz grave, «oscura», y nunca tuvo intención de usar la del actor inglés que en el rodaje era apodado como «Darth Farmer» («el granjero oscuro») debido a su acento del oeste de Inglaterra. Lucas solo le quería por su cuerpo.
La humillación de enterarse en el estreno quebró para siempre la relación entre el actor y el director, que años después acusaría al británico de «bocazas» por contar a la prensa detalles sobre la trama de las películas. Pero el californiano todavía tenía reservado un agravio final para Darth Vader. En el sexto episodio, «El Retorno del Jedi», Lucas mostró la cara del villano ya redimido de sus pecados. Y bajo la máscara no apareció «Darth Farmer», sino el actor también inglés Sebastian Lewis Shaw. La breve aparición del actor y dramaturgo, con más de 65 años de experiencia, se mantuvo en secreto y pocos miembros del reparto conocieron la identidad de Vader hasta el estreno. Además, aunque la escena donde le quitan la máscara a Shaw dura solo dos minutos y siete segundos e incluye menos de 24 palabras de diálogo, el actor se benefició de la fama del personaje y de más correos de seguidores que por ningún otro papel de su carrera. En una segunda escena sin diálogo, Shaw aparece de fondo como un fantasma junto a Yoda y Ben Kenobi (Alec Guinness).
Paradójicamente, como si el papel de sith redimido conllevara más miserias que alegrías, Sebastian Shaw fue reemplazado en la escena final de la reedición de 2004 por el actor Hayden Christensen, la versión de Anakin antes de convertirse en Darth Vader. Con este cambio, Lucas pretendió atar la precuela y la trilogía original juntas en una de las decisiones más criticadas por los aficionados de Star Wars.
Sin cobrar los beneficios del sexto episodio
Mientras Lucas editaba y reeditaba a su antojo, David Prowse aceptó aparecer en un documental titulado «The People Vs. George Lucas», dirigido por Alexandre O. Philippe en el año 2010. Su participación, donde contaba que se sintió ninguneado y humillado durante el rodaje, le costó cara, y sufrió incluso el veto en las convenciones oficiales de «La guerra de las galaxias».
Entre sus declaraciones, Prowse denunció que casi cuatro décadas después del estreno de «El retorno del Jedi» sigue sin cobrar parte del dinero pactado con LucasFilm. En concreto, se trata del porcentaje de la recaudación en taquilla que, según George Lucas, no se pudo abonar puesto que no hubo beneficios, a pesar de que la película, con un presupuesto de 32 millones de euros, consiguió unos 475 millones de dólares en 1983. Si Prowse y el resto de actores no recibieron su parte fue por la contabilidad creativa de los productores que hicieron que el saldo fuera oficialmente negativo.
Desde su participación en la saga, David Prowse se apartó del mundo del cine, dedicándose a hacer campañas de seguridad vial (encarnaba al popular personaje inglés «Green Cross Code Man») y obras benéficas, lo que le valió el reconocimiento de la Orden del Imperio Británico en el año 2000. No obstante, su situación económica nunca ha sido buena y su salud ha pasado por graves dificultades. La mayor parte de su vida Prowse ha sufrido de artritis. Los primeros síntomas se manifestaron cuando contaba trece años, aunque parecieron desaparecer mientras se dedicó a la halterofilia profesional. En 2001, su brazo izquierdo quedó paralizado y poco después también lo hizo su brazo derecho.
A estos problemas hay que añadir un cáncer de próstata que superó en 2009 y, recientemente, un proceso de demencia. «No me importaba lo que fuera, me habría encantado hacer algo en la última saga, incluso aunque solo fuera un cameo. Pero ahora probablemente olvidaría mis diálogos», admitió el intérprete de 79 años durante una entrevista concedida a «The Mirror» hace unos años. En cualquier caso, el inglés es uno de los pocos actores de la trilogía original vivos que no recibió ninguna oferta para participar en la última trilogía.
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