La nueva normalidad está cada día más presente con el avance de las fases, pero muchos niños aún esperan reencontrarse con familiares de riesgo, recuperar el ocio con amigos y volver a clase. En definitiva, sus relaciones interpersonales, tal y como las concebían hace tres meses.
En este tiempo hemos incorporado nuevos hábitos que van desde la comunicación online hasta la rutina de mantenernos separados, de no tocarnos e incluso de no ver las sonrisas que esconden las mascarillas. Pero, ¿hasta qué punto pueden los niños aguantar estas medidas de distanciamiento social? ¿Cómo debemos proceder durante la nueva normalidad para que las normas no pasen factura a su salud mental?
Los psicólogos de ifeel recopilan en seis claves cómo deben los niños afrontar la nueva normalidad sin besos ni abrazos y cómo los padres podemos ayudarles a conseguirlo:
1. El primer paso, la explicación. Con los más pequeños de la casa es imprescindible sentarse con ellos y explicarles en qué consisten los cambios de fase. Los niños, como las personas adultas, siguen mejor las normas si entienden el por qué. Hay que asegurarse de que empleamos un lenguaje que puedan entender bien y, si es necesario, apoyarnos en dibujos o marionetas para asegurar su correcta compresión y la necesidad del distanciamiento social.
2. Suplir las muestras de cariño fuera de casa. Tener que mantener la distancia de puertas para fuera no implica que, dentro de casa, con quienes se convive, no se puedan dar besos, achuchones o abrazos. En un momento donde cada habitación de la casa es multifunción (salones-despacho, cocinas-estudio, dormitorio-cine…) es imprescindible encontrar momentos que antes eran «normales» dentro de la rutina: un rato de cosquillas, un rato de hablar, de juego… Lo ideal es incidir en hacer estos momentos en casa sin pantallas, reforzando así el contacto entre personas.
3. Buscar formas divertidas de fomentar el distanciamiento social. Es complicado pedir a los niños que se mantengan distantes entre ellos, pero sí podemos proporcionarles juguetes, o sugerirles que jueguen a otro tipo de juegos que permitan una mayor distancia, por ejemplo, el escondite, juegos de adivinar películas, espadas de juguete… Cuidado con sugerirles actividades que pueda suponer un tipo de juego más difícil de ser controlado, como por ejemplo las pistolas de agua.
4. Mayor autonomía. En el caso de los niños más mayores, es el momento de darles una mayor autonomía (enfatizando el respeto de las normas y la higiene) y fomentar las visitas en las casas o en los parques para así poder mantener el contacto presencial con amigos. Poco a poco debemos abandonar el abusivo uso que hemos hecho de las pantallas durante el confinamiento y animarlos a retomar viejas costumbres presenciales.
5. Atentos a las consecuencias psicológicas. Las consecuencias psicológicas que pueda haber en un medio o largo plazo son impredecibles, pero es probable que algunos niños en las primeras fases muestren frialdad en las relaciones, prefieran relacionarse a través de pantallas e incluso desarrollen una dependencia a estas, tengan miedo a salir a la calle, estén más ansiosos…. Pero si por algo destacan los niños y ya lo hemos podido comprobar es por su gran capacidad de adaptabilidad, así que lo más seguro es que todo se vaya n ormalizando con el tiempo.
6. Control de pantallas. El uso de pantallas y de redes sociales es una escapatoria y un alivio a corto plazo. Pero a medio largo plazo se puede volver en nuestra contra dado que aumenta los niveles de ansiedad en los niños, altera al sistema nervioso y puede desembocar en una adicción. Es importante poder regular el tiempo diario que dedican a ello.
abc
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