«Me dijiste que serías feliz si los dos moríamos juntos como mártires. Te fuiste y me dejaste aquí. Quizás mis alas eran demasiado cortas», este fue uno de los mensajes que Zeinab Suleimani dedicó a su padre en su cuenta de Instagram, la única gran red social que no está bloqueada en la república islámica, hace unos días con motivo del año nuevo persa. Hasta el 6 de enero no era un personaje público, pero ese día se celebró en Teherán el funeral por su padre, el general Qassem Suleimani, asesinado tres días antes por Estados Unidos en Bagdad y se convirtió en la voz de la familia de la persona que había dirigido durante dos décadas la Fuerza Quds, brazo de operaciones en el exterior de la Guardia Revolucionaria, el arquitecto de la guerra irregular iraní en toda la región. Zeinab, de 29 años, se dirigió a la multitud durante diez minutos para clamar venganza con tono sereno y advertir a Estados Unidos e Israel que «os esperan días oscuros».

Fue la primera de una serie de intervenciones públicas y encuentros con personalidades de la región como Hasán Nasrala, líder de la milicia chií libanesa de Hizbolá, a quien se dirigió como «mi tío». El doctor Edy Cohen, analista del centro de estudios estratégicos israelí Besa, le señaló como «el nuevo rostro femenino de la guerra santa contra Estados Unidos y Occidente» y recopiló en un análisis los vídeos de propaganda elaborados por los iraníes en los que aparecía una joven Zeinab, vestida completamente de negro, con un arma a su lado y proclamando eslóganes como «la sangre de mi padre nos guiará por el camino para rezar en Jerusalén». Mensajes lanzados en árabe, lengua que domina además del inglés, según distintos medios.

Devota y símbolo de resistencia
«Debido a motivos de seguridad, la vida personal de Suleimani estaba fuertemente protegida. Se sabía muy poco sobre su esposa -cuyo nombre sigue estando en secreto-, sus cuatro hijos y un quinto que perdió hace unos años debido a una enfermedad», señala en su último artículo en Atlantic Council el periodista iraní residente en New York, Arash Azizi, quien destaca que, pese a la falta de detalles en torno a la familia, «de Zeinab siempre se destacaba su devoción y que acompañó a su padre en numerosos viajes al mundo árabe, sobre todo a Irak, Líbano y Siria».

Zeinab es el nombre de la nieta de Mahoma y los sirios reclaman ser depositarios de sus restos en el santuario de Sayida Zeinab, situado a las afueras de Damasco. También los egipcios reclaman tener sus restos en Cairo. Zeinab sobrevivió en el 680 a la batalla de Karbala en la que murió su hermano, Husein, y es un símbolo de resistencia entre los chiíes. En los mensajes que la hija de Suleimani cuelga en Instagram son constantes las comparaciones entre su padre y Husein, tercer imam del Islam.

El asesinato de Suleimani llevó a Irán a mover ficha y colocar a su número dos, Esmail Ghaani, al frente de la Fuerza Quds. Su perfil es menos carismático y tiene por delante la tarea de mantener unido el «eje de la resistencia» creado por su antecesor del que forman parte Hizbolá (Líbano), Ansar Ala (los hutíes de Yemen), Kataib Hizbolá (Irak), Hash al-Shaabi (Irak), Hamas (Gaza), Liwa Fatemiyun (formada por hazaras afganos, pero que combate en Siria) y Liwa Zaynabiyun (Siria). Por medio de estos grupos, la república islámica logra expandir su influencia en la región con el objetivo último de expulsar a las tropas estadounidenses de Oriente Medio.

Esa falta de carisma de Ghaani es la que el régimen puede llenar con la figura de Zeinab, pero como advierte Azizi en Atlantic Council, la hija del general deberá «elaborar un discurso muy cuidado si aspira a heredar la popularidad de su padre, tanto para la audiencia internacional, como para la iraní».

abc

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