Es evidente que el coronavirus, más allá de sus trágicas cifras (602 muertos en el día de ayer y 2.972 nuevos infectados), está revolucionando muchas cosas en Italia. Por ejemplo, la eventual regularización de los inmigrantes ilegales en Italia ha entrado a formar parte del debate público desde hace días. Se necesitan para la agricultura y otros trabajos como la asistencia a los ancianos.
Los temporeros que llegaban de África, ahora no pueden venir. Los que ya se encontraban en Italia, unos 360.000, eran los «invisibles», explotados y marginados en guetos. Viven hacinados en campamentos, compartiendo miseria, sobre todo en el sur. Gracias a ellos la fruta, verdura y hortalizas llegaban a los mercados. Pero con la epidemia Covid-19 ese ejército de trabajadores, sin papeles, sin contratos y sin derechos, se ha tenido que quedar también recluidos en sus tugurios. Ahora muchos dicen que pasan hambre. Un grupo de esos trabajadores «invisibles» de Foggia, en la región de Apulia, ha hecho un llamamiento a través de la plataforma GoFundMe, con el fin de recoger fondos: «Nuestro sudor es uno de los ingredientes de vuestra dieta diaria. Somos seres humanos, con el estómago casi siempre vacío, y no solo brazos para ser explotados», afirman en su comunicado de Gofundme, plataforma en la que ya han recogido 112.000 euros desde el 3 de abril.
Aumento de los precios
Mientras, los productos se marchitan en los campos, en los árboles y en los invernaderos. Un desastre para la cadena agroalimentaria del «made in Italy». Los agricultores, pequeños y medianos, piden a gritos una solución al gobierno. La primera organización importante en lanzar la voz de alarma ha sido Coldiretti (Confederación Nacional de Cultivadores): «Con el bloqueo de las fronteras, 370.000 trabajadores nos faltan en los campos». Con preocupación, el Gobierno de Giuseppe Conte estudia desde hace semanas cómo afrontar el problema. Se teme especialmente que la escasez de productos cause un aumento desproporcionado de los precios, con el consiguiente malestar social. Hay que tener en cuenta que en Italia hay casi 10 millones de pobres, según el Instituto oficial de estadística (Istat).
Para encontrar una solución la ministra de Agricultura, Teresa Bellanova, está intentando un acuerdo con Rumanía para que lleguen miles trabajadores del campo del Este de Europa, solo de países comunitarios, para no tener problemas con los permisos. De todas formas, no es una solución fácil, porque deberían hacer cuarentena, se les debería buscar alojamiento y sus sueldos tendrían que ser atractivos. Hasta ahora los temporeros llegaban sobre todo de los siguientes países, según los sindicatos: Marruecos (35.013), India (34.043), Albania (32.264), Senegal (14.165) y Túnez (13.106).
Ante esta dramática situación, la ministra de Agricultura planteó una posible solución desde hace días y reiteró ayer: Regularizar a 600.000 inmigrantes ilegales porque «se debe prevenir la emergencia en los guetos, acabar con su explotación y garantizar a las empresas mano de obra».
abc
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