Venezuela perdió su primer satélite tres años antes de que caducara su vida en el espacio. En un escueto comunicado, el Ministerio de Ciencia y Tecnología anunció el 25 de marzo que luego de casi «12 años de operaciones, y debido a una falla, el satélite Simón Bolívar no continuará prestando servicios de telecomunicaciones». Y así, sin dar mayores explicaciones, el régimen de Nicolás Maduro reconoció que el primer satélite del país, de 5.100 kilogramos, construido y lanzado en China en octubre de 2008, quedó fuera de órbita sin posibilidad de recuperación. Esa «falla» dejó a gran parte del país con interrupciones en las conexiones a internet y en algunas transmisiones por radio y televisión.
De los tres satélites, el Venesat-1 fue el primer satélite artificial propiedad del Estado venezolano, durante el Gobierno de Hugo Chávez, y el nombre de Simón Bolívar fue en homenaje al libertador del país sudamericano. El lanzamiento se realizó desde el Centro Espacial de Xichang, suroeste de China, luego de un acuerdo de cooperación suscrito entre ambos gobiernos firmado en noviembre de 2005. El Simón Bolívar tuvo una inversión de más de 400 millones de dólares y se encargaba del área de telefonía y soporte a la red de telefonía móvil celular, transmisión de información por teleducación en comunidades deprimidas, y acceso y transmisión de mensajes vía internet.
La inhabilitación del Venesat-1 lo pudo haber ocasionado «algún daño interno del satélite, por un corto circuito, por ejemplo, y eso arroja al sistema de data información incorrecta y no se puede prevenir alguna falla. Por eso se debe monitorear siempre en tierra. Pero otra razón pudo haber sido un error humano, bien sea porque no se tomaron las previsiones o por mala praxis», dijo a ABC, el ingeniero en telecomunicaciones, Luis Zambrano, y extrabajador de la Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE).
Su mantenimiento y monitoreo siempre estuvo a cargo de técnicos e ingenieros venezolanos, que eran entrenados en China para el desarrollo del software y formación técnica, y todos los traslados eran financiados por la ABAE, una institución adscrita al Ministerio de Ciencia y Tecnología. En el país sudamericano existen dos estaciones de control, pero la más importante y donde se hacen todos los monitoreos de los satélites en órbita está ubicado en el estado Guárico (centro).
Reacción de EE.UU.
Desde su puesta en órbita, el Gobierno chavista aseguró que el satélite beneficiaría a 12 millones de personas, y también es un secreto a voces que sirvió para oxigenar su plataforma propagandística. La vida útil del Simón Bolívar era de 15 años, por lo que su muerte súbita y por razones aún desconocidas, puso al régimen de Maduro a pedir auxilio a un proveedor estadounidense de satélites de comunicaciones para que lo ayude con uno de los tantos problemas que tiene encima. Según el portal venezolano Runrunes.com, el Gobierno chavista traspasó «casi todos los servicios de televisión y radio que funcionaban con el satélite Venesat-1 al satélite norteamericano Intelsat 14».
De acuerdo con la publicación, el mensaje de alerta lo recibió la ABAE días antes, y expertos también habían dado algunas señales sobre posibles fallas a futuro. Pero todo fue en vano. Al poco tiempo, la interrupción fue notoria y el régimen solo respondía que se encontraban trabajando en la reparación y normalización del servicio de canales de televisión. En ese momento, tampoco dieron detalles de las fallas que se estaban originando en el espacio exterior.
Queda por ver si el rescate aceptado por Intelsat está exento de las sanciones que ha impuesto el Gobierno de Donald Trump a Venezuela, o si por el contrario Washington reaccionará de forma negativa como lo ha hecho con todas las empresas que prestan servicio al régimen de Maduro.
Nuevo satélite
En enero del año pasado, el Gobierno de Maduro anunció que estaba negociando para desarrollar un nuevo satélite que reemplazara al Venesat-1, el lanzamiento se haría antes de que dejara de tener vida útil el Simón Bolívar. La propuesta del chavismo a China, específicamente a la Corporación Industrial China Gran Muralla, fabricante de los tres satélites venezolanos (Venesat-1, Vrss-1 y Vrss-2), «era lanzar el Venesat-2 (Guaicaipuro) un año antes (2022) de que el Simón Bolívar dejara de estar operativo y coexistieran juntos por un tiempo, pero supongo que ahora tendrán que adelantar el proyecto», comentó Zambrano.
Venezuela cuenta todavía con los otros dos satélites, lanzados igualmente con la ayuda de China. El segundo en llegar a órbita es el satélite de observación Francisco de Miranda (Vrss-1), en septiembre de 2012, con la finalidad de impulsar la investigación de los recursos, la protección del medio ambiente, el seguimiento y la gestión de desastres, y la planificación urbana. Y el tercero es el teleobservador Antonio José de Sucre (Vrss-2), lanzado en octubre de 2017 con el objetivo de reforzar el trabajo del Vrss-1.
En octubre pasado, Maduro celebraba el aniversario número 11 del sátelite. «Hace 11 años se lanzó al espacio el primer satélite de nuestra Patria: el Simón Bolívar. Llegó para consolidar y ampliar las telecomunicaciones en todo el territorio. Venezuela tiene toda la capacidad para lograr la independencia tecnológica definitiva. ¡Vamos por más!». Pero cinco meses después estarían despidiendo al Venesat-1, casi en un discreto acto fúnebre, quedando a un lado cualquier posibilidad de «independencia» tecnológica, y por lo tanto, con las ganas de ir a por más.
abc
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