Brasil despertó la última semana a la gravedad de la pandemia del coronavirus, 20 días después de identificar al primer infectado. La Covid-19 ya afecta a más de 1.546 brasileños y ha provocado 25 muertes. Si los cálculos de los especialistas son correctos (por cada infectado confirmado, hay 15 que no lo saben), habría más de 23.000 brasileños con el virus.
Al contrario que otros jefes de Estado, Bolsonaro ha mantenido un perfil bajo y ha puesto en cuestión recomendaciones mundiales —repetidas incluso por el Ministerio de Sanidad—, como la prohibición de culto en las iglesias. Para el mandatario, la Covid-19 es una “gripecilla”, la preocupación con la epidemia es una “histeria”, y quienes alarman a la población buscan paralizar la economía para acabar con su Gobierno.
Pese a la grave amenaza que el virus representa para un país de 209 millones de habitantes y recursos sanitarios limitados, el Gobierno no ha decretado la cuarentena nacional, como Argentina o Colombia. El confinamiento es solo una recomendación, aunque el Gobierno federal y casi todos los gobernadores insisten a la población que circule menos. Una decisión que revela la falta de interés de Bolsonaro en alcanzar un pacto nacional abandonando los intereses políticos.
Bolsonaro dedica más energía a la pugna con eventuales rivales en las próximas presidenciales que a tranquilizar a la sociedad. En vez de invitar a los 27 gobernadores a buscar soluciones conjuntas a la epidemia, el mandatario reitera sus quejas hacia los mandatarios, especialmente a los de São Paulo y Río de Janeiro, João Doria, (Partido de la Social Democracia Brasileña) y Wilson Witzel, del Partido Social Cristiano, respectivamente. Los dos Estados son los que han registrado mayor número de fallecimientos e infectados con un 60% del total.
Doria, cuyo Estado ya suma 22 muertes y 631 infectados, decretó la cuarentena en São Paulo, lo que Bolsonaro consideró como un gesto calculado. “Está aprovechando este momento para promocionarse”, afirmó a la cadena CNN. El gobernador paulista se muestra muy crítico con el presidente. “Me gustaría tener un presidente que liderara el país en una crisis como esta, y que no minimizase una cuestión tan grave”, afirma. Bolsonaro respondió: “Quienes me critican dicen que carezco de liderazgo. Y yo les digo: aún queda mucho para las elecciones de 2022”. Witzel, por su parte, se queja de la falta de interlocución. “Es inaceptable la falta de diálogo y de cordura. Nunca pensé que viviría esto en democracia”, reprochó. En Río ya hay 186 casos confirmados de coronavirus y tres muertos. Uno de los infectados vive en la favela Cidade de Deus, donde viven 40.000 personas, una señal de alarma para estas comunidades, que cuentan con infraestructuras precarias y un entorno que favorece la proliferación de la enfermedad.
La actitud de Bolsonaro le ha acarreado críticas internas y externas. “Hay mucha competencia pero el líder mundial menos efectivo en responder al coronavirus hoy es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro”, escribió Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasiagroup.
Desde el pasado martes, los brasileños han convocado caceroladas diarias en varios puntos del país. Una encuesta de la consultora Atlas Político reveló que el 65% de los entrevistados están insatisfechos con la gestión de Bolsonaro en esta crisis. Hasta la fecha ya hay presentadas en el Congreso Nacional tres peticiones de impeachment contra Bolsonaro, y hay una cuarta en camino.
Las declaraciones del ultraderechista siempre han sido provocadoras pero ahora tienen mucho más impacto. En una entrevista en televisión, Bolsonaro optó por el pragmatismo. “¿Que si algunos morirán por el virus? Sí, morirán. Algunos porque ya tenían alguna deficiencia preexistente; otros, porque les pillará desprevenidos. Lo lamento. Mi madre, que tiene 92 años, si coge algo creo que nos deja. Pero no podemos crear todo ese clima que hay por ahí. Perjudica a la economía”, afirmó.
Sin embargo, el ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta, asegura que si no se toman medidas radicales para evitar la propagación del virus, el sistema sanitario, público y privado, se colapsará en abril. Algunos Estados, como el de Río de Janeiro, calculan que su sistema colapsará en dos semanas.
Incidente diplomático con China
El diputado, e hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, provocó un incidente diplomático con China la semana pasada al publicar una serie de tuits, en línea con la táctica del presidente estadounidense Donald Trump. “Una vez más, una dictadura ha preferido esconder algo grave en vez de exponerlo y sufrir un desgaste, pero que salvaría numerosas vidas. La culpa es de China y la libertad sería la solución”, escribió. Su tuit provocó una respuesta inédita del embajador de China en Brasil, Yang Wanming, que también a través de Twitter le exigió que pidiera disculpas a su pueblo y le advirtió de que “tendría que asumir todas las consecuencias”. El asunto sigue pendiente. El diario brasileño Valor informó de que Bolsonaro intentó hablar, sin éxito, con Xi Jinping para limar asperezas. El gobernador Flavio Dino, de Maranhão, advirtió al presidente: “No es momento de pelearnos ni con China ni con los gobernadores. Es momento de pelear contra el virus, contra la pandemia”.
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