Salvador Dalí nunca se agota y lo mismo se deja deconstruir en una muestra inmersiva como la que se inauguró la semana pasada en la cantera francesa de Carrières de Lumières, que regresa a Púbol, fortín de Gala y patio de su recreo en el que el genio surrealista no pudo llegar a descansar, para protagonizar «Gala / Dalí / Dior. De arte y moda», exposición que repasa las conexiones del artista con la moda a partir de su relación con Christian Dior.

Así, mientras que la muestra que actualmente puede verse en Caixaforum explora la influencia del surrealismo en el diseño, la que podrá verse a partir del sábado en el antiguo desván del castillo de Púbol (Gerona) cierra aún más el plano para explorar las afinidades creativas entre Dalí y Dior. Y es que los dos, destacan Bea Crespo y Clara Silvestre, comisarias de la exposición, fueron dos creadores de referencia del siglo XX caracterizados por el rigor técnico, la voluntad de trascender y el sentido de puesta en escena. «Los dos se encuentran desde la tradición, pero para transgredirla», destacó durante la presentación de la exposición Montse Aguer, directora de los museos dalinianos.

Para documentar esta relación que la presencia de Gala convierte en cita a tres bandas, la exposición reúne pinturas y dibujos de Dalí, diseños del modisto francés y dos modelos de la Maison Dior que pertenecieron a Gala y que nunca antes se habían expuesto.

«Christian Dior fue una de las primeras personas en París que se preocuparon por la venta de mis invendibles pinturas surrealistas», dejó escrito Dalí en el «New York Post» en 1948, frase que sirve ahora como punto de partida de una exposición en la que se evocan los comienzos de un Christian Dior que, antes de deslumbrar con su primera colección en 1947, alternó como galerista junto a Pierre Colle.

De esa época es, por ejemplo, «Comienzo automático de un retrato de Gala», óleo que el Dior galerista expuso en 1933 y que preside el primer apartado de la muestra. El segundo, centrado en el despegue de Dior como referente de la moda femenina, evoca el momento en el que el «couturier» subvertió los código de la altura costura con su colección «New Look». En esa época, Dalí había presentado la publicación «Dalí News» y se encontraba en plena época «místico-nuclear», en clara sintonía con las ideas de un Dior que encontró en Gala una aliada de lujo. Ahí están «Saint-Ouen» y «Musée du Louvre», dos vestidos de 1949 que nunca antes habían formado parte de una exposición.

El tercer movimiento nos lleva la Venecia de 1951, donde Dalí y Dior coincidieron en el baile de máscaras del extravagante multimillonario Carlos de Beistegui en el que destacaban unos gigantes concebidos por el pintor y el diseñador con la mediación de Gala y la intervención de Pierre Cardin. «Fue algo extraordinario -escribió Dalí-. Yo había pedido a Christian Dior que me diseñara un disfraz gigante de siete metros de alto para dominar la situación. La ciudad se sintió transportada y mi éxito fue tan grande que, veinte años después, algunas noches, lo sueño todavía». En Púbol no hace falta soñarlo, ya que un audiovisual recupera imágenes de archivos italianos.

abc

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