Roma acoge la mayor exposición de Rafael de la historia

  05 Marzo 2020    Leído: 915
Roma acoge la mayor exposición de Rafael de la historia

Las Escuderías del Quirinal celebran los 500 años de la muerte del genio con la reunión de 200 obras. “Es una de las muestras más importantes realizadas en Italia”, dice su director.

Como las estrellas del rock, Rafael Sanzio vivió deprisa y dejó un bello cadáver. El genio renacentista murió en Roma un viernes santo de hace 500 años, el día mismo de su 37 cumpleaños. Fue a consecuencia, según dicta el gran relato del arte occidental (que también carga su porción de chismes), de la fogosidad de la relación con la Fornarina, su amante. Un error médico, eso sí, hizo el resto. El artista de Urbino y su ciudad de adopción, que tanto se debieron mutuamente, vuelven a cruzar sus destinos una vez más, gracias a una ambiciosa exposición presentada ayer en las Escuderías del Quirinal, cinco siglos después de que Roma quedara bañada en lágrimas por la pérdida de su pintor e intelectual más sensual y refinado. Las crónicas de la época cuentan que cuando se conoció la noticia del fallecimiento, un ligero temblor sacudió el Vaticano y abrió una grieta en el Palacio Apostólico, lo que se interpretó como una señal de las capacidades sobrehumanas del pintor. El susto, se dice, fue tal que obligó al Papa a abandonar sus apartamentos.

No hay de momento constancia de la reacción de Francisco Bergoglio a la noticia de que Roma acoja la mayor concentración de obras maestras del pintor. No hay riesgo al emplear el adjetivo “histórico” con Rafael 1520-1483, que reúne más de 200 piezas entre tapices, cuadros y dibujos, de las que 120 están firmadas por el propio pintor de Urbino y que ilustran una fecunda trayectoria que en muchos sentidos permanece aún sin superar en la historia del arte.

La cita también de la relación de este con Roma, adonde llegó en 1508 ya con una vasta experiencia tras su paso por Florencia. El maestro pasó 12 gloriosos y prolíficos años al servicio de dos papas, Julio II y León X, y de sus cortes, para las que experimentó con libertad y exprimió su creatividad mientras rivalizaba con su contemporáneo Miguel Ángel.

El caprichoso título de la muestra no es un error: el recorrido comienza por el final, el 6 de abril de 1520, día de su muerte, y continúa, marcha atrás, como en El curioso caso de Benjamin Button, por las etapas de la vida de Rafael: de Roma a Florencia, donde se instaló en 1504, pasando por Umbría y hasta llegar a sus raíces en Urbino, lugar de su nacimiento otro 6 de abril, este, de 1483.

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 2 de junio como el acto central de las celebraciones de un quinto centenario que toma el relevo de otro, el de Leonardo da Vinci, ha sido posible gracias la colaboración de la galería florentina de los Uffizi, que ha prestado varios de sus tesoros más insignes, como el Retrato del Papa León X y dos cardenales, La virgen del jilguero o su Autorretrato más popular. El primero de los préstamos causó la semana pasada la dimisión de los miembros del comité científico de los Uffizi, que habían desaconsejado el préstamo de la joya.

Otros museos, como el Louvre, el Prado, prestadores de La Virgen de la rosa o La visitación, o la National Gallery de Londres, que ha cedido el Retrato de Julio II, completan las aportaciones. Otras obras han salido de varios museos romanos, como el célebre La Fornarina, en el que representó a su amante, la hija de un panadero del Trastevere.

La expectación generada está de momento a la altura de las joyas enviadas: antes de su apertura hoy al público ya se han vendido 70.000 entradas de la exposición, ajena a la crisis del coronavirus que vive Italia. Para Mario De Simoni, presidente de las Escuderías del Quirinal se trata de “una de las muestras más importantes realizadas en Italia”, mientras que Eike Schmidt, responsable de los Uffizi, destaca que “nunca en la historia ha sido posible admirar tantas obras maestras de Rafael juntas”.

Arte complejo
Por su parte, Marzia Faietti, comisaria de la muestra, explicaba ayer: “Acercarse a Rafael es una cosa muy fácil, porque es autor de un arte complejo y al mismo tiempo capaz de comunicarse con todos. Su pintura está tan meditada, ponderada, sublimada y contiene tantos niveles de lectura, que cada observador, del más sencillo al más culto tiene la posibilidad de admirarla por las más diversas razones”.

En eso no han cambiado tanto las cosas en estos 500 años. “La nobleza y la belleza de Rafael se asemejaban a las que todos los excelentes pintores representan en Nuestro Señor”, escribió el artista Paolo Lomazzo poco después de morir aquel. Campeón de todos los ingenios y preciso notario del sueño renacentista, Rafael fue enterrado en un lugar a la altura de su notoriedad: el Panteón, símbolo de la majestuosidad y de la grandeza de la Roma antigua, que tantas veces le sirvió de inspiración. En su sarcófago de mármol se lee en latín un epitafio de leyenda: “Aquí yace Rafael. Cuando vivía, la naturaleza temió ser vencida por él. Cuando murió, ella temió morir con él”.

elpais


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