Sentado con un grupo de profesionales de la salud en un hospital de Cornualles, en el suroeste del Reino Unido, Boris Johnson recuerda su promesa de contratar a miles de enfermeras si gana las elecciones. “¿Tiene un árbol que da enfermeras?”, le pregunta con sorna una de las asistentes a la visita del primer ministro. “¿De dónde va a venir toda esa gente?”, añade. La cara de incredulidad de una estudiante en prácticas sentada junto al político conservador, con un té en la mano, la corbata metida entre los botones de la camisa y las mangas subidas, lo dice todo. Esta escena, recogida en un vídeo que ha recorrido Internet como la pólvora, muestra las fuertes tensiones entre los empleados del Sistema Nacional de Salud (NHS, en inglés) y el Gobierno tras una década de gestión tory marcada por los recortes que han dejado la sanidad pública en los huesos y con una gran crisis de personal.
A 500 kilómetros al norte de Cornualles, en el Northern General Hospital de Sheffield, Joan Pons Laplana recuerda haber visto el vídeo. “Yo tampoco sé de dónde van a sacar esos 50.000 enfermeros”, se pregunta este enfermero de 44 años de Barcelona que lleva dos décadas en el Reino Unido. En su hospital, uno de los más grandes del país, hay una persona dedicada a reclutar a personal en el extranjero, ahora sobre todo de la India y Filipinas. El NHS tiene 100.000 puestos vacantes (de una plantilla de 1,5 millones), entre ellos 40.000 enfermeros y 10.000 médicos, y cada vez les resulta más difícil encontrar candidatos dispuestos a coger las maletas para trabajar en este país.
“Cuando vine, el sueldo era muy bueno; era el rey del mambo”, dice Pons sonriendo. “Me daba para mí, para mandar dinero a mi familia, para irme de vacaciones… pero esto ha cambiado”. En primer lugar, porque los salarios llevan una década congelados, mientras la libra se ha depreciado significativamente desde que se votó a favor del Brexit, en 2016, lo que se ha traducido en una pérdida de poder adquisitivo. En segundo lugar, porque hace unos meses se alertó de la posibilidad de que la experiencia acumulada por los enfermeros y médicos de la UE en el NHS, que ahora se puede traducir en puntos para ganar méritos en oposiciones en toda la Unión, podrían desaparecer en caso de una salida sin acuerdo. “Si tienes una esposa inglesa, un hijo de 17 años y una hipoteca, como yo, no es tan fácil volver, pero para los jóvenes sin ataduras lo es, y muchos lo hacen”, explica.
Casi 5.000 enfermeros y matronas de la UE se han marchado entre 2017 y 2018, según los últimos datos del consejo que regula la profesión. El número de solicitudes de trabajo desde países europeos cayó un 87% el año pasado. Pese al éxodo, los españoles siguen siendo, con 3.370 enfermeros, la mayor plantilla no británica tras la de Irlanda. En total, en el Reino Unido hay 33.035 enfermeros de la UE.
“El fin de la libertad de movimiento de los ciudadanos de la UE tras el Brexit podría causar una mayor desaceleración en el número de llegadas de trabajadores que ocupan puestos esenciales para el sistema”, afirman Mark Dayan y Billy Palmer, del think tank Nuffield Trust y autores de un informe reciente que señala la dependencia creciente del NHS de la mano de obra foránea. Entre 2000 y 2019, la proporción de plantilla nacida fuera del Reino Unido casi se ha duplicado, hasta el 23,5%.
“Me siento traicionado, porque yo aquí siempre me he sentido como en casa y ahora tengo que pedir permiso para quedarme”, afirma Joan Pons, enfermero que lleva 20 años en el Reino Unido
La falta de personal ha sido clave en el deterioro de la calidad del servicio que, pese a todo, sigue saliendo bien parado en las encuestas de satisfacción de los pacientes. No es de extrañar que la oferta de Johnson de contratar a 50.000 enfermeros (en realidad 20.000 de ellos ya trabajan en el NHS) haya sido una de las promesas electorales que ha generado más debate. Cuando se pregunta a los británicos sobre sus prioridades políticas, el estado del NHS siempre está entre los primeros puestos de la lista. Las elecciones de este jueves no son una excepción y los partidos han situado el tema en el centro de la campaña.
La situación para los empleados no británicos del NHS que deciden quedarse no es fácil. “Lo que más me afecta, por encima de todo, es que desde el Brexit me siento traicionado, porque yo aquí siempre me he sentido como en casa y no me quiero ir”, confiesa Pons en su oficina, situada en el otro extremo de la entrada principal del hospital fundado en 1878. “Y ahora tengo que pedir permiso para vivir aquí y ese permiso vale para seis años, ¿qué pasará después?, ¿cobraré mi pensión? Porque pueden cambiar las condiciones legales después”.
En las redes sociales, Pons lucha contra la degradación del NHS y en contra del Brexit. Desde que llegó a este país, ha pasado por varios destinos, pero ahora trabaja en la digitalización del NHS. “Queremos que la información de los pacientes esté interconectada para reducir los riesgos de un error y perder menos tiempo en papeleo”, explica. También da charlas a niños de primaria sobre en qué consiste el trabajo de un enfermero para que “más jóvenes se animen a estudiar esto”. En el Reino Unido estos estudios están poco demandados.
En la entrada del hospital, junto a un puesto de frutas instalado “para compensar la comida basura de las máquinas”, Pons comenta unas declaraciones recientes de Johnson: “Dijo que los inmigrantes europeos habíamos podido tratar al Reino Unido como si fuera parte de nuestro propio país durante demasiado tiempo”. Palabras que le traen a la memoria uno de los mensajes centrales de la campaña a favor del Brexit hace tres años.
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