Tras dos años volcada en protegerse de la pretendida amenaza rusa, la Alianza Atlántica observa con preocupación los retos de seguridad que plantea la vecindad sur de Europa. Libia, origen de tráfico de migrantes y de armas hacia Europa, así como foco de expansión yihadista, condensa buena parte de esa inquietud, pero la OTAN no desempeña ahora ningún papel en ese territorio. Los dirigentes aliados intentan estos días transformar Active Endeavour, una misión naval surgida en 2001 al calor de los atentados del 11-S y que ha ido evolucionando durante estos años, en una operación de seguridad, con una componente de control de las migraciones.
Los 28 Estados miembros de la organización confían en tener listo el cambio para verano, con el objetivo de aprobarlo formalmente en la cumbre bienal que celebrará la organización en Varsovia a principios de julio. “Estamos trabajando para establecer una presencia en el sentido de seguridad más amplio, que actúe contra el terrorismo, que ayude a lidiar con la crisis migratoria. Y luego tenemos que sentarnos con la Unión Europea para ver cómo podemos asistirla de la mejor manera”, avanzó la semana pasada el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Misión del Egeo. Ocho buques patrullan desde febrero estas aguas para informar a Grecia, a Turquía y a Frontex sobre el tráfico de migrantes.
La UE ya había pedido ayuda a la Alianza para la misión militar que desarrolla en el Mediterráneo desde hace casi un año para tratar de desmantelar las mafias que transportan a migrantes hacia Europa. La operación se desarrolla frente a aguas libias y está pendiente de obtener un mandato del Gobierno libio para poder acceder a sus aguas territoriales. La OTAN rehusó en su momento colaborar con inteligencia, como le solicitó el servicio diplomático europeo, pero la situación ha cambiado, admiten fuentes aliadas.
La gran cantidad de datos que los ocho barcos que la Alianza tiene desplegados en el Egeo proporcionan a Turquía, a Grecia y a Frontex, la agencia de fronteras de la UE, se considera un buen precedente para continuar con experiencias de este tipo. Tanto Turquía como la UE citan la colaboración de la OTAN como una de las claves del freno en el tránsito de refugiados por el mar Egeo. Se considera que la información que proporciona a las tres partes sirve para contener las salidas.
Más allá de la crisis migratoria, la OTAN ofrece a Libia una misión de entrenamiento para sus fuerzas de seguridad, pero la falta de un Gobierno legítimo y consolidado que la solicite la hace, de momento, inviable.
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