La Amazonía brasileña sigue en llamas mientras que la paz llega a Bolivia y a Paraguay

  05 Octubre 2019    Leído: 1086
La Amazonía brasileña sigue en llamas mientras que la paz llega a Bolivia y a Paraguay

La Amazonía en Brasil sigue en llamas, mientras la paz llegó a Bolivia y a Paraguay, donde ambos países señalaron en los últimos días que los incendios se extinguieron por completo, según un revelamiento realizado por Sputnik.

"Estuvo la situación muy dura, muy difícil (...) ayer vino una lluvia, nosotros hacemos un reporte de incendios y justamente ahora no estamos detectando ningún foco de calor en Paraguay", dijo a esta agencia el director de Conservación del el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Karim Musálem.

Por su parte, el Gobierno de Bolivia dijo el 3 de octubre que los incendios forestales en la Chiquitanía, departamento de Santa Cruz (este), estaban ya casi totalmente extinguidos, gracias a fuertes lluvias en la última semana que consolidaron la labor que realizaban millares de bomberos y militares.

"Hemos llegado a un pico bastante bajo, a 22 focos de calor, lo más bajo de los últimos años (...), las unidades militares que combatían al fuego ahora hacen patrullajes para evitar nuevas quemas", dijo a reporteros el ministro de Defensa, Javier Zavaleta.

Sin embargo, el caso de Brasil sigue siendo preocupante, porque aún no se pudieron extinguir todos los incendios a pesar de que se redujeron en los últimos días.

Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), Brasil presentó 665 focos en los últimos 5 días.

Brasil
El Ejército brasileño actúa en la Amazonía desde finales de agosto, debido a la crisis por el aumento de incendios; aproximadamente 8.100 militares fueron movilizados para combatir el fuego y la deforestación en la región, según datos del ministerio de Defensa.

La operación debía durar un mes, pero el Gobierno decidió prorrogarla otro mes mas, hasta finales de octubre.

En lo que va de septiembre se detectaron 53.234 focos de incendio en todo Brasil, la mayoría de ellos en la Amazonía, también según datos de INPE.

Los incesantes incendios en Amazonasya están causando graves problemas de salud en varios niños, informaron medios locales.

El 30 de septiembre fiscales del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), que actúa como una especie de policía ambiental, acusaron al Ejército de no querer colaborar en acciones contra garimpeiros (buscadores ilegales de oro y otros minerales) en la Amazonía.

El Ejército se habría negado ayudar porque temían que la operación del Ibama acabase destruyendo bienes propiedad de los garimpeiros (maquinaria, excavadoras, etc).

Esto es algo común en las acciones de este órgano fiscalizador, que en ocasiones quema este tipo de equipamientos para evitar que puedan volver a usarse, ya que incautarlos y transportarlos a otro lugar suele ser demasiado complejo.

La destrucción de equipamientos de garimpeiros y madereros ilegales es un tema sensible en el Gobierno de Jair Bolsoanaro; el propio presidente grabó un video en una ocasión desautorizando a los fiscales que habían destruido maquinaria ilegal en en el estado de Rondônia (norte).

Paraguay
Los primeros focos de calor en el norte del Paraguay comenzaron el 14 de agosto y estuvieron prendidos hasta la semana pasada.

Musálem dijo a Sputnik que la época de los incendios fue "excepcionalmente agresiva" y que los focos se presentaron tanto en la región oriental como la occidental del Río Paraguay.

"En los dos lugares tuvimos problemas; diferentes ecosistemas se vieron afectados, pero creemos que los peores daños fueron en las reservas naturales, que están en los límites con Bolivia; fue muy grave, ya se está llegando a las 300.000 hectáreas dañadas", agregó.

Los incendios que ocurrieron en el Chaco paraguayo (norte) fueron "particularmente difíciles" por la lejanía y porque eran lugares "inaccesibles", explicó el experto.

El Chaco paraguayo es la región más extensa de ese país, con 250.900 kilómetros cuadrados y 234.000 habitantes.

"Se ha hecho lo que se puede con los medios disponibles que se tienen hasta el momento; sin duda tenemos que mejorar como país para poder responder a este tipo de emergencias", dijo Musálem.

Por otro lado, afirmó que la Justicia aún no descubrió quién es el culpable de los incendios.

"Normalmente esta práctica de la quema se realiza en estas épocas como una práctica que en teoría tendría que realizarse con criterios técnicos adecuados, con los permisos necesarios, gestionados a través de los servicios de emergencia nacional y a través de la red de prevención de incendios en el país (...) pero realmente no hay una capacidad de regular esto", agregó.

Consideró que es importante que tanto Paraguay, Bolivia, como Brasil aumenten sus procesos de cooperación para prevenir estas situaciones.

Según los medios locales, varios establecimientos ganaderos fueron arrasados por el fuego.

En la tarde del 16 de septiembre el humo llegó a Asunción y generó preocupación entre sus habitantes, lo que se vio reflejado en diversos comentarios de usuarios en redes sociales.

Bolivia
Los medios locales dicen que los últimos incendios en Bolivia es uno de los peores desastres ecológicos de la última década en el país, con un saldo preliminar de 3,9 millones de hectáreas de bosques y pastizales quemados en la Chiquitanía, una región de escasa agricultura entre las selvas húmedas del Amazonas y los bosques secos del Chaco.

Según informes oficiales, en Bolivia cada año se queman más de un millón de hectáreas de pastizales en llanuras y serranías con fines de ampliación de la frontera agrícola, aumento del rendimiento de los cultivos y aprovechamiento ganadero.

Esas quemas controladas, conocidas localmente como chaqueos, devinieron en agosto en incendios sin control en la Chiquitanía debido a una extrema sequía combinada con altas temperaturas y fuertes vientos, explicó el Gobierno en respuesta a críticas de activistas ambientalistas.

El ministro Zavaleta recalcó que los focos de calor remanentes, no todos con magnitud de incendio, estaban bajo control y se preveía su extinción antes del fin se semana si no había cambios en el clima de la Chiquitanía, actualmente de transición entre el invierno y la temporada de lluvias.

A mediados de agosto, en el momento más grave del desastre, los focos de calor activos en esa región habían llegado a más de 8.400.


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