Uno de los mayores atractivos para el visitante es que puede observar una curiosa mezcla entre culturas. Si ahora mira a Europa desde que cayó la influencia rusa, todavía se puede pasear por un centro medieval de plano almendrado en el que las callejuelas recuerdan su raíz islámica. Merece la pena conocer el palacio de los Shirvanshahs, un complejo de decoraciones epigráficas islámicas. En el sobrevivió una longeva dinastía árabe que juró lealtad a los mongoles cuando arrasaron Eurasia y por eso es conocido como 'el palacio de los khanes'. Además, toda la historia de la zona se puede descubrir en un Museo de la Alfombra de arquitectura espectacular. El contraste más reciente con su pasado persa es la flota de taxis londinenses que llegaron a Bakú cuando se celebró Eurovisión en 2012.
La zona más llamativa de la capital de Azerbaiyán es la más nueva. El lujo es la seña de identidad. Conectadas por avenidas de seis carriles se levantan nuevas obras que captan la atención de los viajeros. Allí sobresalen las torres Flame, rascacielos de formas llameantes que ejercen como columnas de llamas en la llamada Tierra del Fuego. Son dos de los mejores símbolos de la nueva Bakú, esa en la que la arquitectura más reciente tiene un espacio tan espectacular como el futurista centro Heydar Aiyev (dedicado como una hagiografía al expresidente del país). Rodeado de construcciones soviéticas, el edificio sobresale por sus sinuosas formas, blancura y aspecto alienígena.
Pero la riqueza petrolífera no es una novedad y eso se nota en sus calles. Con las primeras fortunas propiciadas por el oro negro se construyeron a principios del siglo XX construcciones adaptadas del casino de Montecarlo o edificios venecianos. Junto a las obras de inspiración francesa la ciudad se ganó el sobrenombre de 'París del Cáucaso', actualmente renacida con la arquitectura más contemporánea para seducir al turista.
Al paisaje natural del mar Caspio y al artificial de los edificios levantados por los petrodólares hay que añadir la herencia soviética. Y a ello se suma el reciente orgullo local, cuya expresión se disfruta de una manera inesperada en la avenida del Honor. Es un cementerio reservado al canto a la vida entre los fallecidos. Las estatuas parecen invitar a los visitantes a ser felices, a moverse y contemplar los homenajes a los grandes de la nación con el espíritu que implantó Moscú cuando se anexionó Azerbaiyán.
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