Las medidas de seguridad del Banco de España que no cuenta «La casa de papel»

  26 Julio 2019    Leído: 761
Las medidas de seguridad del Banco de España que no cuenta «La casa de papel»

La serie de Netflix pasa por alto algunos importantes detalles del interior del complejo más seguro de España.

El Banco de España se ha convertido en el gran objetivo de la tercera parte de «La casa de papel». La serie de Vancouver Media para Netflix ha decidido tirar la casa por la ventana y asaltar uno de los lugares más complicados de penetrar del país: el Banco de España. ¿Con qué finalidad? La de robar las toneladas de oro que se encuentran en el interior de la cámara acorazada, a cerca de 50 metros bajo tierra, en el centro de Madrid.

A pesar del enorme realismo del que consiguieron dotar tanto a la primera como a la segunda parte de la ficción, emitida en Antena 3 antes de recalar en la plataforma online, parece que en esta tercera ocasión los creadores han optado más por la tensión y la acción. En su asalto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, situada en el número 106 de la madrileña calle de Jorge Juan, los creadores tuvieron la oportunidad de visitar el lugar para recrear, exceptuando los detalles clave para salvaguardar la seguridad del lugar, las instalaciones y las medidas existentes para evitar atracos.

En esta ocasión, la serie de Álex Pina no ha podido entrar dentro del Banco de España para informarse sobre sus medidas de seguridad. Además, el lugar empleado para grabar los exteriores del ficticio Banco de España no es otro que el edificio del Ministerio de Fomento, situado en los Nuevos Ministerios de Madrid.

El Banco de España no es el Ministerio de Fomento
La ubicación original del tesoro nacional reside en las profundidades de la confluencia entre la Calle Alcalá, el Paseo del Prado y el Paseo de Recoletos. Mientras, el Ministerio de Fomento se sitúa en el Paseo de la Castellana, a menos de tres kilómetros del original. Sin embargo, la distancia histórica entre los dos enclaves es más importante. El Banco de España comenzó a erigirse en su emplazamiento entre el siglo XIX y XX, tras la adquisición del palacio del marqués de Alcañices en 1882. Para el proyecto, se presentaron cuatro propuestas, pero ninguno fue del agrado de la comisión de obras. Por ello, decidieron encargar a los arquitectos del Banco Sainz de la Lastra y Adro el proyecto, que entregaron fue aprobado a finales de 1883. Al año siguiente se colocó la primera piedra, en un acto en el que estuvo presente Alfonso XII.

Años después, el edificio sufrió dos ampliaciones. La primera, que comenzó en 1927 para prolongar la sede a lo largo de la calle Alcalá, fue realizada por José Yarnoz Larrosa. Quiso continuar con la estética de la fachada principal, reservando las modificaciones al interior del edifico. Ya en 1969 se inició una segunda ampliación, bajo las órdenes de Javier Yarnoz Orcoyen, hijo de Yarnoz Larrosa, que se ocupó de cerrar la edificación por las calles de los Madrazo y Marqués de Cubas. Fue en la década de los 70 cuando se realizó la tercera y última ampliación hasta la fecha, para completar la esquina de las calles de Alcalá y Marqués de Cubas. El objetivo era garantizar la seguridad férrea del Banco de España.

Mientras, por su parte, la sede del Ministerio del Interior contempla notables diferencias arquitectónicas con respecto al original: obra de Indalecio Prieto, se colocó la primera piedra en 1933, es decir, más de un siglo después de colocar la misma en el Banco de España. La inspiración del complejo emana del Monasterio de El Escorial (Madrid), de estilo renacentista. Además, tras el estallido de la Guerra Civil Española, Zuazo, ideólogo original del proyecto, fue perseguido, por lo que se realizaron modificaciones sobre los planos: el recubrimiento de ladrillo fue sustituido por granito y, además, una torre que se iba a ubicar en la zona norte del complejo fue eliminada. Es en la fachada este del complejo donde se graban las explosiones con las que se inicia el atraco más complicado para «La casa de papel».

Importantes cambios en la seguridad
El acceso al interior del Banco de España no es tan sencillo como parece en la tercera parte de «La casa de papel». Tal y como recogió Tatiana G. Rivas en 2013, una vez se ha conseguido acceder al emplazamiento, hay que encontrar el acceso a la cámara de seguridad. Este se sitúa por debajo de la escalera que une el banco con el patio de operaciones del complejo, una unión entre el edificio principal y su primera ampliación, casi en el centro de la parcela. Una vez allí, una enorme puerta acorazada redonda —la única con dicha forma— espera a sus visitantes. Pero abrirla no es tarea sencilla.

En «La casa de papel», el encargado para desbloquearla es el gobernador del Banco de España. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Tanto esta como el resto de puertas necesitan ser abiertas por dos personas, denominadas como «claveros». Estos tienen en su poder una llave y un código que han de introducirse al mismo tiempo para poder desbloquear el acceso. La puerta, de quince toneladas, es de acero oxidable. Por ello, es necesario aplicarle dos veces al año varias capas de vaselina para evitar su oxidación, y basta una mota de polvo para que la puerta no se abra. Originalmente, eran tres las llaves y claves necesarias para entrar, estando la última en posesión del gobernador, pero esto se desestimó con el paso de los años.

Una vez superado el primero de los obstáculos, llegará el momento de bajar hasta los cimientos del banco, a 36 metros de profundidad, con la ayuda de uno de los dos ascensores del lugar. Esta es la única forma de poder acceder a las cámaras acorazadas. El foso, en total, llega hasta los 48 metros de profundidad. Una vez bajo tierra, habrá que atravesar un puente de dos metros que supera el foso. De nuevo, otra puerta acorazada espera a los visitantes. En esta ocasión es algo más reducida que la primera, con 13,5 toneladas de peso, y rectangular. Tras ella, otra puerta gemela a los seis metros de distancia.

Para abrir ambas, son de nuevo necesarios los dos códigos y sus correspondientes llaves, y, además, para abrir la segunda compuerta es necesario cerrar desde dentro la primera, de forma que los intrusos se quedarían recluidos dentro de la cámara. Ninguna de estas dos puertas se encontraban presentes en «La casa de papel». Una vez superadas estos obstáculos, los allí presentes se encontrarán con un distribuidor con las cajas de seguridad, entre las cuales está la cámara del oro. Dentro de este distribuidor, hay una caja para el Ministerio de Economía, otro para el de Justicia y una tercera para el Defensor del Pueblo. Además, quedan reservados otros espacios para la propia colección del Banco de España, entre la que destaca la numismática, con más de 500.000 monedas.

En la cámara de oro, 9,1 millones de onzas troy descansan sobre estanterías del ingeniero Eiffel. El montante equivale a 281 toneladas de oro, o lo que lo mismo, 12.000 millones de euros. Pero, en realidad, esto es solo un tercio del tesoro nacional: los otros dos tercios residen en Fort Knox (EE.UU.) y Londres. Junto a los lingotes, también hay otros dos millones de monedas valoradas en oro.

Curiosas medidas especiales
Junto al complejo, como medidas de seguridad destacan dos bastante llamativas. La primera, es la existencia de un camino perimetral al complejo de las cámaras acorazadas con un sistema de espejos que permite ver en todo momento la estancia al completo. De esta forma, en caso de haber algún intruso, sería detectado al instante. Estos pasillos eran vigilados antiguamente por dos familias de guardia civiles, cuyas viviendas se encontraban también a 48 metros de profundidad. Esto provocaba, como curiosidad, que cada día la cámara fuera abierta para que los niños de las familias pudieran abandonar el recinto para ir a la escuela, ya que residían de forma permanente en el subsuelo. Sin embargo, se dejó de contar con la presencia física de estas dos familias hace 30 años, quedando desiertas estas residencias.

Por si todas estas medidas fueran pocas, además, y tal y como se recoge en «La casa de papel», existe la posibilidad de que se inunde el complejo subterráneo para evitar cualquier tipo de intromisión. Ante cualquier amenaza que se detecte a través de los múltiples sensores y cámaras que se encuentran, una llave, que se abre de forma manual, dejaría fluir el agua hacia el interior de la obra de ingeniería. Para ello, durante el proyecto de ampliación de José Yarnoz, se realizaron las canalizaciones a un aljibe de los arroyos de «Las Pascualas» y «Oropesa». El primero, se encuentra casi a altura de superficie en la Castellana, mientras que el de Oropesa baja desde la calle Alcalá y se ocupa de brindarle agua a diosa Cibeles. De esta forma, el agua inundaría el foso, por lo que los atracadores quedarían atrapados entre el ascensor y la segunda puerta acorazada.

Son muchas las diferencias que existen entre la seguridad que se ofrece al espectador en «La casa de papel» y la que verdaderamente encontramos en el interior del complejo del Banco de España. La primera, es que no hay una única puerta acorazada, como en la ficción, sino tres. Además, estas deben de abrirse por dos llaves y códigos, y ninguno de ellos está en poder del gobernador de la institución, algo que contradice a lo presenciado en «La casa de papel».

Además, en ningún momento se habla de que en el interior se encuentren ni documentos confidencial ni los «secretros del Estado», pero es cierto que tanto el Ministerio de Economía y Justicia tienen cámaras particulares bajo tierra. En caso de inundación, no sería el interior de las cámaras acorazadas las afectadas, sino los fosos y el acceso a la segunda puerta. Además, el subterráneo cuenta con múltiples sensores y cámaras desde las que se visualizan y detectan a cualquier intruso, por no hablar de los pasillos perimetrales con espejos que delatan a cualquier merodeador. Por no hablar de las dos viviendas, actualmente desocupadas, en donde vivían dos familias custodiando el tesoro nacional.

abc


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