Las personas con un ritmo cardíaco en reposo de más de 75 latidos por minuto tienen el doble de riesgo de sufrir una muerte temprana en comparación con aquellos cuyo pulso no supera los 55 latidos por minuto, concluye una investigación científica de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) publicada en la revista Open Heart.
En 1993 los investigadores examinaron a 798 hombres de Gotemburgo nacidos en 1943. Los participantes fueron sometidos a pruebas médicas, se les midió la presión y el pulso en reposo, y después rellenaron un cuestionario sobre su estilo de vida, actividad física, malos hábitos y predisposición a padecer enfermedades cardiovasculares.
Posteriormente, este procedimiento se repitió dos veces, en 2003 y en 2014, para que los científicos pudieran comparar cómo había cambiado la frecuencia cardíaca de los participantes y constatar cuántas personas habían muerto por causas cardiovasculares o de otro tipo durante esos años. En el estudio final participaron 536 hombres.
Los peligros del pulso elevado
El resultado del estudio, que se prolongó por espacio de 21 años, reveló que casi el 15 % de los participantes murieron antes de cumplir los 71 años, casi el 28 % tenían enfermedades cardiovasculares y más del 14 % padecían enfermedades coronarias.
Otra conclusión que sacaron los científicos es que los hombres con alto ritmo cardíaco en reposo (más de 75 latidos por minuto) en el primer examen médico, después tenían un riesgo mayor de morir de cualquier causa y de desarrollar enfermedades cardiovasculares o coronarias que los hombres con pulso inferior a esta cifra.
Además, los participantes cuya frecuencia cardíaca era estable (no cambió en más de 4 latidos por minuto) entre 1993 y 2003, tenían un 44 % menor de riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular en comparación con los hombres cuyo pulso había aumentado.
Cada aumento del número de latidos se asoció con un riesgo un 3 % mayor de morir de cualquier causa, un 1 % mayor de sufrir enfermedad cardiovascular y un 2 % mayor de padecer una enfermedad coronaria.
Aunque el estudio presenta distintas limitaciones, por primera vez revela qué impacto a la salud pueden tener los cambios del ritmo cardíaco con la edad, y subraya la importancia de la monitorización de estos cambios para futuros estudios de enfermedades cardiovasculares.
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