Recordar aquella noche de 1992 es difícil y penoso para todos los azerbaiyanos. Justo después de recuperar su independencia, Azerbaiyán se enfrentó a otro flagelo, la agresión extranjera y la ocupación por parte de Armenia. El genocidio cometido en Joyalí representa el momento más sangriento de esa agresión. Sin duda, existe una memoria histórica colectiva entre los azerbaiyanos en relación con este horrible y despreciable crimen contra personas inocentes que han sido asesinadas y torturadas brutalmente y sin piedad por ser culpables de nada más que del simple hecho de ser azerbaiyanos.
Joyalí es la única ciudad de la región de Nagorno-Karabaj de Azerbaiyán que tenía un aeropuerto, un aeropuerto que había estado bajo asedio y un bloqueo similar al de los nazis desde octubre de 1991. Rodeada por las fuerzas armadas armenias, la ciudad quedó aislada del acceso a alimentos, electricidad y otros suministros. Joyalí sobrevivió gracias al heroísmo y el coraje de su población local.
El 26 de febrero de 1992, el mundo fue testigo de lo que la ONG internacional Human Rights Watch (HRW) describiría posteriormente como la "mayor masacre hasta la fecha en el conflicto" entre Armenia y Azerbaiyán. Las fuerzas armadas armenias, respaldadas por el 366º Regimiento de Fusileros de la ex Unión Soviética, atacaron la ciudad azerbaiyana de Joyalí, asesinando a más de 600 civiles, incluidos muchos niños, mujeres y ancianos, y torturando y capturando a miles de ellos como rehenes. Centenares más fueron heridos, más de mil permanecen desaparecidos.
Pueblo inocente fue torturada inhumanamente y brutalmente asesinada. Muchos se congelaron en el bosque tratando de escapar de ese horror, donde fueron perseguidos, emboscados y asesinados sin piedad, sus cadáveres mutilados.
En aquel momento la tragedia de Joyalí fue ampliamente cubierta por los medios de comunicación internacionales, incluyendo el Boston Globe, el Washington Post, el New York Times, el Financial Times y muchas agencias de noticias de gran prestigio.
La masacre se convirtió en un símbolo y en el modelo de la limpieza étnica de la población civil azerbaiyana, reproducida por los militares de Armenia en otras ciudades y aldeas ocupadas de Azerbaiyán. El ex presidente armenio Serzh Sargsyan, entonces comandante militar separatista, en el libro "Black Garden" del periodista británico Thomas de Waal (NYU Press, 2003, pág. 85), afirma lo siguiente: “Antes de Joyalí, los azerbaiyanos creían que estaban bromeando con nosotros, creían que los armenios éramos un pueblo que no podía levantar su mano contra la población civil. Ahora pudimos romper ese estereotipo y eso fue lo que pasó”.
Esa confesión del más alto funcionario de Armenia es un claro testimonio del carácter intencional del crimen de lesa humanidad cometido contra civiles azerbaiyanos con el objetivo concreto de sembrar el terror.
Actualmente, la comunidad mundial es cada vez más consciente de esta trágica página de la historia de la humanidad. En 2008, la Campaña Internacional de Concientización iniciada por Leyla Aliyeva, la vicepresidenta de la Fundación Heydar Aliyev, fue lanzada bajo el lema "Justicia para Joyalí ". Este hecho desempeñó un papel fundamental en la difusión de la verdad sobre esta tragedia en todo el mundo.
En los últimos años, la comunidad internacional ha dado notables pasos hacia el reconocimiento de esta horrible tragedia. El genocidio de Joyalí se reconoce y conmemora mediante actos parlamentarios adoptados en numerosos países. Hasta la fecha, los órganos legislativos de Bosnia y Herzegovina, Colombia, Honduras, Jordania, México, el Pakistán, Panamá, el Paraguay, el Perú, la República Checa, Rumania, el Sudán, Turquía, Djibouti, Guatemala y 24 Estados de los Estados Unidos de América han adoptado resoluciones parlamentarias sobre este problema.
Nosotros, los azerbaiyanos que vivimos en México, nos reuniremos hoy, 26 de febrero, y lo celebraremos todos los años ante el monumento al "Genocidio de Joyalí", en la plaza de Tlaxcoaque, en el centro de la Ciudad de México, para rendir homenaje a la memoria de las vidas inocentes que han fallecido en la trágica nevada noche del mes de febrero, mientras levantamos la voz para que sean juzgadas las personas que han perpetrado ese horrible crimen que afecta a la humanidad en su conjunto.
Hoy en diá, los supervivientes del genocidio de Joyalí, al igual que todos los millones de refugiados y desplazados internos azerbaiyanos que han sido depurados étnicamente de sus tierras ancestrales, los territorios ocupados de Azerbaiyán, que han sido expulsados de sus hogares, nos miran a todos con esperanza y exigen justicia. Desean volver a los lugares donde nacieron, a los que pertenecen, a sus hogares.
Restablecer la justicia es el principio de la paz. Como dijo una vez el difunto presidente Dwight D. Eisenhower: "La paz y la justicia son dos caras de la misma moneda". Queremos paz; exigimos justicia; justicia para Joyalí.
Etiquetas: