Científicos liderados por investigadores españoles del Instituto de Sanidad Animal de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (España), han relacionado los varamientos masivos de ballenas de pico, en especial la Cuvier, con la utilización del sonar de frecuencia media en ejercicios militares navales, por lo que apuestan por la prohibición de estos artefactos como medida de mitigamiento.
El estudio, publicado este miércoles por la revista científica Proceedings B de la Royal Society, recoge cómo las encalladuras masivas de ballenas de pico aumentaron notablemente a partir de la década de 1960, después del desarrollo de este dispositivo de ámbito militar, utilizado para detectar submarinos.
Las nuevas investigaciones y su análisis han encontrado hallazgos patológicos coincidentes con la enfermedad de descompresión. El punto de inflexión fueron las necropsias realizadas en 10 ejemplares de las 14 ballenas varadas en el 2002 en las islas Canarias, que mostraron hemorragias microvasculares diseminadas asociadas con émbolos grasos y generalizados en los vasos sanguíneos y órganos vitales, todo ello compatible con una enfermedad similar a la descompresión.
Las explicaciones que aportan sobre cómo estos mamíferos marinos pueden desarrollar émbolos gaseosos es que el sonar provocaría que los ejemplares nadaran lejos de la fuente de sonido en aguas menos profundas; que interrumpan su perfil de buceo y haya acumulación de nitrógeno y la formación de burbujas; que se produzcan cambios fisiológicos; y el daño directo del tejido por la exposición al sonido.
Además, lo que sugieren es que una sola palabra podría explicarlo todo: estrés. El estudio concluye que lo más probable es que estos animales hayan experimentado una respuesta de "huida o lucha" para escapar del sonar. Y cuanto más severos son los cambios que experimentan en esa 'lucha' mayor posibilidad de llevar a los ejemplares con un mayor nivel de riesgo individual a una condición no reversible, que le lleve a la muerte.
Detectado por primera vez en la década de 1980
En otros cetáceos no se ha podido determinar la causa de los varamientos masivos típicos, pero sí ha sido posible en el caso de los encallamientos atípicos de las ballenas Cuvier. La asociación de este suceso con los ejercicios navales se identificó por primera vez en las islas Canarias a finales de la década de 1980, pero el nexo con este dispositivo se estableció más definitivamente durante un evento similar en Grecia en 1996 y otro en Bahamas en el 2000.
Así, se ha comprobado fehacientemente que la prohibición en el 2004 de los sonares en las islas Canarias impidió con éxito nuevos varamientos masivos de esta especie de cetáceo en la región. Sin embargo, estas encalladuras atípicas han continuado en otras partes del planeta, especialmente en el mar Mediterráneo, con individuos examinados que mostraban signos de la enfermedad de la descompresión, en zonas en las que sí se llevaban a cabo los ejercicios militares prohibidos en las Canarias. Y este es el motivo por el que recomiendan que se lleven a cabo medidas como la implementada en dicho archipiélago español.
Desarrollo de los sonares
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El sonar activo de frecuencia media naval se desarrolló en la década de 1950 para detectar submarinos, utilizando frecuencias de 8 kilohercios o superiores. Sin embargo, los varamientos masivos, principalmente de las ballenas Cuvier, no se produjeron hasta que este instrumento cambió a rangos de frecuencia más bajos de 4,5–5,5 kilohercios.
Hasta ese momento, las encalladuras masivas de ballenas de pico eran extremadamente raras en todo el mundo y antes de la década de 1960 tan solo se habían detectado 15 casos que involucraban a cinco especies. Pero entre los años 1960 y 2004, se reportaron 121 sucesos de este tipo, todos en el hemisferio norte y 61 implicaron a ballenas Cuvier.
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