Azerbaiyán: De la tragedia del enero negro a la primavera de la libertad

  22 Enero 2019    Leído: 1550
 Azerbaiyán: De la tragedia del enero negro a la primavera de la libertad

Este país no olvida que su independencia estuvo matizada por una masacre en donde muchos inocentes perdieron la vida, pero hoy esas almas inmoladas viven presentes en una nación que las tiene como emblema de valor y fe.

El sábado 20 de enero de 1990 marcó a Azerbaiyán y básicamente a su capital Bakú luego de una invasión de la otrora Unión Soviética que dejó un saldo considerable de víctimas, pero que gracias a la valentía y a ese sentimiento de patria, este país caucásico logró su independencia hace 28 años. Si bien el objetivo logró cumplirse, hoy el homenaje lleva aplausos, lágrimas, dolor, recuerdos, pero por encima de todo orgullo y amor por la independencia.

Hay que recordar que el Kremlin tras una reunión de los líderes soviéticos aprobó un intenso ataque militar contra civiles en la capital de Azerbaiyán, la bonita Bakú. Con ese embate a los ciudadanos de Azerbaiyán, la Unión Soviética no solo fallaba en su intento de mantener el mandato comunista sino que empezaba a ponerle fin a la tristemente célebre guerra fría y a un modelo de gobierno que había colapsado y que se tornaba prácticamente inviable ante el nuevo derrotero que tomaba el orden mundial.

Ese nefasto día ya venía precedido de una invasión con tanques de guerra y camiones blindados que ocuparon la ciudad capital desde la noche del 19 de enero. El revés no se hizo esperar, en ese intento que mató gente buena y pletórica de nación y bandera propia, no se acabó con los movimientos independentistas que se fueron fortaleciendo con el paso de las terribles horas. Ni siquiera el apagón generado por el Ejército Rojo amilanó a los azerbaiyanos que fueron mutando sus almas nobles por láminas de acero en donde la agresión encontró férrea resistencia.

El ataque cobró la vida de por lo menos 134 personas, dejó 741 heridos y unos 50 desaparecidos. Allí cayeron los hijos de la amada patria, pero también ciudadanos rusos, ucranianos y tártaros entre tantos. Ese día de balas, gritos y terror, el pueblo de Azerbaiyán cambió todo su esquema político ya que renunció a un comunismo defendido a ultranza por la Unión Soviética, conllevando a una transformación total que le dio vía al desarrollo y a la calidad de vida sobre pilares democráticos e incluyentes.

La calamidad generó una sinergia nacional y fomentó una unión en la ciudadanía que fortaleció ese afán de independencia y de propiciar como era apenas consecuente, un establecimiento propio, constitucional, de futuro y de crecimiento sostenible.

Es bueno recordar y particularmente en ese bello y pujante país caucásico, que el clavel rojo se consolidó como un ícono que sirvió de símbolo a esas víctimas que sembraron el inicio de la independencia azerbaiyana. Esa fatídica noche para la humanidad fue el aporte esencial para que el 18 de octubre de 1991 fuera proclamada la ley constitucional que le dio bases al nuevo país, ese que supo ganar su independencia.

En Azerbaiyán anualmente cientos de miles de nacionales visitan el famoso Memorial a los Mártires, sitio escogido para sepultar a las víctimas del nefasto enero negro. Este día por obvias razones es de luto nacional y por ello las banderas ondean a media asta. Paradójicamente este día es vivido de manera especial porque allí, en ese momento crucial, la nueva nación regaba las semillas fértiles de la independencia, dejando atrás el mito de la Unión Soviética, la misma que cambiaría su doctrina para retornar a la industria, los negocios y el capitalismo.

Entre el 19 y el 20 de enero de 1990 los procedimientos bélicos utilizados por la URSS fueron blanco de críticas y del señalamiento de agencias especializadas en Derechos Humanos como Human Rights Watch que prácticamente indicó que más allá de los abusos al Kremlin se le fue la mano porque hubo muerte, torturas y crímenes contra gente inerme y sin opción de defensa.

El Encargado de Negocios de la Embajada de la República de Azerbaiyán, Hamid Zeynalov, le dijo a Diariolaeconomia.com, que los recuerdos del ataque soviético son literalmente traumáticos porque en esos días de invasión hubo ataques no solamente a la población civil sino al cuerpo médico, a las ambulancias y a los sanatorios.

Agregó que la libertad y la independencia es vital porque ello permite desarrollar la cultura, utilizar el idioma, izar la bandera y cantar el himno con una propiedad y una tranquilidad que posteriormente abre luces para propender por el desarrollo y el crecimiento social y económico.

“Es tan importante la libertad que ello le permite a una nación joven tener acercamientos con otros países, optimizar el comercio y allanar unas relaciones que finalmente terminan en acuerdos de comercio, cooperación o en mejoras tecnológicas y de innovación. En este momento tenemos una muy buena relación con Colombia y por ello estamos aquí, buscando ampliar esa frontera comercial y generando una hermandad que nos ayude a cristalizar proyectos e inversiones”, declaró el señor Zeynalov.

En opinión del funcionario, hay muchas oportunidades para Colombia en Azerbaiyán y por lo visto lo mismo pasa con Azerbaiyán en Colombia. Zeynalov destacó la industria turística que puede recibir azerbaiyanos con deseos de otra experiencia y mucha aventura.

Dijo que el turista de Azerbaiyán no solo impulsará la ocupación hotelera sino que fomentará compras, dinamizando el comercio y haciendo consumos en todo tipo de establecimientos en donde es perentorio que haya gasto por parte de los visitantes internacionales.

Esta tierra generosa y productiva tuvo su propia lengua, en ese país se hablaba azerí. Fue objeto de conquistas como la de Alejandro Magno hasta de los califatos árabes con sede en Turquía como el Omeya. Igual hizo presencia el imperio selyúcida también con raíces otomanas.

“Nuestra independencia es muy valiosa y nos catapultó hacia el progreso, pero fue la consecuencia de la muerte injustificada de niños, mujeres, y hombres que súbitamente se vieron sorprendidos por un ataque letal que no tuvo piedad pues en ese momento murieron bebés y personas que apenas iniciaban una vida porque muchos matrimonios fueron atomizados por la artillería soviética. Ese día se abrió la puerta, no solamente para la independencia de Azerbaiyán sino para otras naciones vecinas y caucásicas”, expuso el vocero.

Para Zeynalov, esos muertos del fatídico enero negro se convirtieron en una semilla de vida y esperanza, razón por la cual los inmolados reposan en un sitio especial en donde son recordados con respeto y gratitud por ese aporte a la independencia de Azerbaiyán y de otros países. Al igual que con la caída del muro de Berlín en 1989, vino un cambio afortunado para los destinos de la nación caucásica con el enero negro.

Azerbaiyán es un país que crece y prospera gracias a una productividad importante en los verdes campos de donde brotan frutas y verduras, pero igual se hizo fuerte por su producción de gas y petróleo. La grata sorpresa del Cáucaso tiene un fluido comercio con varios países y su embajada en Colombia trabaja de manera permanente para ampliar las opciones en inversión y comercio. Esta nación ya había experimentado una primera independencia en 1918, pero esa dicha duró poco toda vez que en 1920 la promisoria república pasó a conformar la Unión Soviética.

“Hoy somos una gran nación y aquellos que partieron en ese Enero Negro no murieron porque viven y lograron inmortalizarse en la gracia y en la grandeza de la independencia, es por eso que siempre los amaremos y les diremos gracias porque con ellos pasamos de la tragedia a la primavera de la libertad”, expuso Hamid Zeynalov.


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