Chispa de esperanza: Una terapia de estímulos eléctricos permite a tres parapléjicos volver a andar

  01 Noviembre 2018    Leído: 1253
Chispa de esperanza: Una terapia de estímulos eléctricos permite a tres parapléjicos volver a andar

La investigación aún sigue en desarrollo con el objetivo es diseñar una terapia de rehabilitación de fácil acceso.

Tres pacientes con lesiones en la médula espinal y sin movilidad en sus miembros inferiores han vuelto a caminar gracias a una innovadora terapia de rehabilitación con estimulación eléctrica.

Se trata de un tratamiento denominado estimulación eléctrica epidural, que envía a las neuronas motoras una excitación adicional para que aumenten las conexiones con el cerebro y permitan al paciente recobrar el movimiento.


De los tres pacientes, dos presentaron mejoras en su movimiento muscular para caminar y un tercero logró moverse con ayuda, aunque antes del tratamiento había perdido toda su capacidad motora. Todos los participantes en la investigación registraron avances incluso después de culminar la terapia de estimulación, aunque tenían afecciones distintas: lesión crónica de la médula espinal y parálisis parcial o completa de las extremidades inferiores.

Etapas de la investigación
Aunque el proyecto se encuentra en una fase incipiente, los encargados de la investigación consideran que la técnica, combinada con terapia asistida por peso, podría ser más efectiva en pacientes que aún conservan alguna función motora.

Grégoire Courtine, neurocientífico del Instituto Federal de Tecnología de Suiza en Lausana y uno de los encargados de encabezar la investigación, cree que la estimulación precisa podría dar mejores resultados que la continua, ya que no se bloquean las señales residuales que viajan desde las piernas hasta el cerebro.

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En la primera fase los científicos identificaron las áreas de la médula espinal que facilitan el movimiento, e implantaron estimuladores eléctricos en esas zonas a tres personas con diferentes niveles de deterioro motor.

"La estimulación dirigida debe ser tan precisa como un relojsuizo. En nuestro método implantamos una serie de electrodos sobre la médula espinal, lo que nos permite apuntar a grupos musculares individuales en las piernas", precisó por su parte la investigadora Jocelyne Bloch, citada por el portal EPFL.

Sin embargo, la estimulación no funciona por sí sola, sino que requiere el esfuerzo del paciente para intentar hacer el movimiento: "Realmente funciona como un amplificador[...] No es que estamos tomando el control de la pierna. Los pacientes tienen que hacerlo", aclara Courtine. 

En solo dos días ese movimiento se volvió "natural" para los pacientes y, una semana más tarde, todos los participantes podían caminar con la ayuda de un dispositivo que les sostenía parte de su cuerpo.

"Si disparan juntas, conectan"
Uno de los principios básicos de la neurociencia, explica Moritz, es que "las células que disparan juntas, se conectarán", lo que explica por qué la terapia de estimulación fortalece las conexiones con las neuronas de la médula espinal.

En los meses de terapia, los avances fueron evidentes: Una persona que no había tenido movimiento en sus piernas, logró caminar. Otra con una pierna paralizada también pudo enfrentar largas sesiones en una banda caminadora. Ambos tuvieron capacidad de dar algunos pasos sin asistencia y trasladarse de un punto a otro con muletas.

La tercera persona, que poseía mayor habilidad motora, pero que no había logrado caminar, pudo mover las piernas mientras estaba acostada: "El sistema nervioso humano respondió al tratamiento incluso más profundamente de lo que esperábamos", puntualizó Courtine.

Tratamiento para llevar
El equipo de investigadores, liderado por Courtine, ha desarrollado una tecnología para que los pacientes puedan aplicarse la terapia de estimulación eléctrica fuera del laboratorio.

Mediante un dispositivo con sensores portátiles, que se ejecuta en un reloj controlado por voz, el paciente puede elegir el nivel de estimulación necesario para su terapia. El objetivo es pulir la técnica en un plazo de tres años bajo estándares de seguridad y eficacia.


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