Los investigadores consiguieron efectuar una medición del efecto inmediato de la actividad física realizando en los participantes del estudio una resonancia magnética justo luego de terminar de ejercitarse un poco. La intención era verificar si el ejercicio generaba un efecto sobre los mecanismos del cerebro encargados de procesar los recuerdos. Y hallaron que sí lo generaba.
Tres efectos
Al comparar los especialistas las imágenes del cerebro de los participantes que no habían realizado ejercicio con aquello que recién lo habían hecho, notaron que estos últimos presentaban una mayor conectividad entre el hipocampo, una estructura cerebral que desempeña funciones importantes en la memoria, y las regiones corticales, comprometidas en la recopilación de los recuerdos.
De esta forma, según señalan los científicos en su trabajo publicado en la revista PNAS, ese corto tiempo de actividad física tuvo tres efectos inmediatos:
De manera rápida mejoró el procesamiento cerebral de recuerdos con muchos detalles.
Produjo una alta actividad en el hipocampo y en las zonas aledañas.
Generó una sincronía más evidente entre el hipocampo y las regiones corticales, que actúan en el procesamiento de la memoria detallada.
En estudios previos, los mismos científicos ya habían comprobado que la actividad física moderada era capaz de potenciar la memoria en ratones.
“Complicadas” pruebas de memoria
Para poder medir los efectos cerebrales del ejercicio, los expertos realizaron a los 36 jóvenes participantes múltiples y “complicadas” pruebas de memoria, las cuales consistían en mostrarles 186 imágenes de elementos comunes de la cotidianidad, como frutas o una cesta de picnic, cada una durante dos segundos. Luego, los voluntarios debían observar otras 256 imágenes y establecer si eran los mismos elementos, “parecidos” o “nuevos”.
Según el neurocientífico y coautor del estudio Michael Yassa, se emplearon imágenes bastante similares para ver si las personas eran capaces de diferenciar los elementos nuevos de los recordados. Y quienes obtuvieron mejores resultados fueron aquellos que recién terminaban de hacer ejercicio.
¿Para qué sirve este hallazgo?
Aunque ya era sabido que la actividad física beneficia en general la memoria y refuerza la plasticidad del hipocampo, este nuevo trabajo evidencia el nivel de intensidad y la duración que se necesita para producir esos efectos.
Según los expertos, estos descubrimientos dejan al descubierto que tales efectos son inmediatos en la memoria a corto plazo y se consiguen a partir de solo 10 minutos de ejercicio moderado.
Y al estar las regiones analizadas en este estudio vinculadas también en el deterioro de la memoria que se asocia al envejecimiento, los académicos consideran que sería interesante investigar si prescribir una rutina precisa de ejercicios sencillos para adultos mayores podría ayudar a frenar o ralentizar el daño cognitivo.
Además resultaría particularmente útil para individuos con discapacidad o limitaciones de movimiento. De hecho, los mismos científicos ya están adelantando nuevas pruebas para medir el impacto del ejercicio ligero en adultos mayores durante lapsos de tiempo más extensos.
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