Elias Abulkalaam Jamaleddeen, que es como se llamaba el preso, era originario de Birmania y había sido acusado de entrar en la casa de una mujer también de su misma nacionalidad, a la que disparó con un arma de fuego y acuchilló en repetidas ocasiones, causándole la muerte.
Según la agencia de noticias saudí, que aporta información del Ministerio del Interior local y que es la cuente citada por Bloomberg, este hombre también había sido acusado de robar armas, de intentar matar a otro hombre cuya casa irrumpió y de violar a otra mujer.
La sentencia a muerte, de esta extraña manera, fue ratificada por la corte suprema de Arabia y respaldada por el rey, añade la información.
Casos contados
Aunque las ejecuciones son moneda corriente en el país, las crucifixiones son contadísimas. Implican colgar el cuerpo del reo en público después de la ejecución.
Antes de este caso, el precedente más reciente es el de un hombre de origen yemení que fue crucificado en 2010 por violar y matar a una niña y matar a tiros a su padre.
Según Amnistía Internacional, Arabia es el tercer país con más ejecuciones del mundo, tras China e Irán, con 146 casos en el pasado año.
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