Su pérdida hace dos semanas, y su hallazgo el lunes, han roto la rutina de esta ciudad fronteriza con Birmania. Junto a la entrada a la cueva de Tham Luang, donde se ha montado el campamento de salvamento, el otro epicentro del drama es la escuela de Prasitsart. Con 3.000 alumnos, este colegio público se ubica en el centro de Mae Sai, junto a la oficina gubernamental, el hospital y un mercado.
Ataviados con uniformes marrones y pañuelos al cuello a lo «boy scouts», los estudiantes salían ayer de clase con la alegría del viernes yla preocupación por el destino de los «Jabalíes», que entrenan en un campo contiguo donde hoy aterrizan los helicópteros de salvamento.
Formado por chavales de minorías étnicas y familias humildes, este club tiene equipos de 13, 16 y 19 años y no solo juega al fútbol. Entre las actividades que organizan destacan excursiones como la que llevó al grupo a la cueva. No era la primera vez que su entrenador, un antiguo monje budista de 25 años llamado Ekapol Chantawong, los metía en una caverna, ya que en Facebook aparece con los chicos bañándose en cascadas y haciendo rutas en bicicleta.
Aunque se ha especulado con que podía ser acusado de negligenciaporque estaba prohibido entrar en la cueva en el monzón, la prioridad es salvarlos. Para que sigan disfrutando del fútbol, la FIFA los ha invitado a la final del Mundial. Ojalá puedan ir.
ABC.es
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