"Aquí descansa un ángel", puede leerse en una lápida sin nombre del cementerio de Suevres, donde reposan desde 1987 los restos de una niña salvajemente asesinada que nunca pudo ser identificada. Los lugareños de esta localidad, cercana al lugar donde fueron hallados sus restos, nunca dejaron de reemplazar las flores de su tumba.
Ahora, treinta años después de su enigmática muerte, una combinación de circunstancias ha permitido la Policía de la ciudad de Blois identificar a esta niña, informa AFP.
El caso se remonta a agosto de 1987, cuando en una autopista del centro de Francia se encontró envuelto en una sábana el cuerpo de una niña de entre tres y cinco años. La menor había sido violentamente mutilada y su cadáver presentaba signos de horribles abusos, como quemaduras y la señal de una mordedura humana.
Además, el cuerpo de la niña carecía de piel en algunas zonas, lo que hizo suponer a los investigadores que se trataba de un caso de canibalismo. Las marcas de mordiscos habían sido dejadas, probablemente, por una mujer, estimaron expertos forenses.
Una coincidencia salvó el caso
Todo ello contribuyó a desencadenar entonces la mayor investigación criminal de la historia de Francia. Tras difundir la fotografía de la niña en lugares públicos y enviar alertas a más de 30 países, el caso fue declarado sin resolver en 1997.
Nada cambió en todo este tiempo, hasta que en 2016 fue arrestado un hombre que resultó ser el hermano de la niña asesinada, según supo la Policía a través del registro de ADN. A raíz de su detención se pudo localizar y arrestar a su padres, de origen marroquí, que ahora tienen más de sesenta años, según los fiscales.
Los registros mostraban que la pareja había dejado de reclamar los pagos de bienestar familiar para uno de sus siete hijos, y una fuente cercana a la investigación dijo que la madre había dicho que el menor estaba en Marruecos. Sin embargo, otro testigo declaró que el padre de la niña afirmaba que había muerto a manos de la madre.
Los padres, que se separaron en 2010, fueron detenidos el pasado martes en la ciudad de Orleans, sospechosos de asesinato, de abuso infantil y de impedir el entierro legal de un cuerpo.
Etienne Daures, fiscal del caso, dijo que esperaba "poder dar un nombre" a la niña, que fue apodada en su día "la pequeña mártir de la A10".
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