La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que además de China y Rusia incluye a varios países del centro y el sur de Asia, se celebra este fin de semana en Qingdao, en el este de China.
Vehículos blindados y fuerzas de seguridad patrullaban el sábado las calles de esta gran ciudad portuaria, conocida por sus colinas de pinos y sus mansiones de estilo alemán.
Las autoridades evacuaron a comerciantes, residentes y turistas de varios barrios, antes de una ceremonia oficial de apertura programada a última hora del día.
Junto al presidente ruso Vladimir Putin y el chino Xi Jinping, participará en el encuentro un invitado especial: el presidente iraní Hasan Rohani. Y aunque la cuestión del acuerdo nuclear iraní no figura en el orden del día, este último debería tener la ocasión de hablar del tema con sus homólogos.
Moscú y Pekín firmaron, junto a Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido, el acuerdo de 2015 por el que Teherán aceptó limitar sus actividades nucleares a cambio de un levantamiento parcial de las sanciones internacionales.
Pero la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de retirar a su país del pacto abrió la puerta a nuevas sanciones contra Irán y contra las empresas extranjeras presentes en el país.
Teherán busca ahora garantizarse el apoyo de los otros firmantes, y en especial de China, gran consumidora del petróleo iraní, para mantener a flote su economía.
Rohani es el segundo presidente iraní que asiste a una cumbre de la Organización de Shanghái, donde Teherán solo tiene un estatuto de observador.
China, por su parte, debería aprovechar la cumbre para impulsar su gran proyecto de infraestructuras de "nuevas rutas de la seda", en el momento en que el gigante asiático sigue bajo la amenaza de sanciones aduaneras estadounidenses, preludio de una posible guerra comercial.
AFP.com
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