"Tratándose de un empresario muy exitoso, Donald Trump sabe cómo hacer que sus clientes se sientan valorados", opina el periodista irlandés Brian McDonald en su artículo de opinión para RT.
Según explica, aunque su predecesor, Barack Obama, no estaba muy interesado en la relación de su país con los países europeos, algo que dejó muy claro en 2010, cuando no apareció en la cumbre entre Estados Unidos y la Unión Europea, celebrada en Madrid, sí que trató a los líderes de los países europeos con respeto, porque al término de su mandato comprendió que la colaboración con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el primer ministro británico, David Cameron, era muy útil para él.
Sin embargo, Donald Trump ha dado un giro a la situación durante su presidencia. En este sentido, a McDonald le parece "obvio" que, sobre la base de su experiencia, el mandatario estadounidense ha aprendido a "no tomar a ninguno de los socios de la OTAN en serio". Y esto es así porque "el presidente de EE.UU. no considera a los países de Europa occidental como aliados, sino como estados 'clientes' que están sujetos a los órdenes de Washington".
Según el periodista, "'los tres grandes' de Europa occidental solo pueden culparse a sí mismos de esta situación", ya que "no actuaban siguiendo la vieja regla: 'Unidos vencemos, divididos fracasamos'".De hecho, con el estallido de la crisis económica, Alemania dejó atrás a Francia y a Gran Bretaña, convirtiéndose en el país más poderoso de 'la trinidad' y ocupando la primera posición en las relaciones con Obama durante su segundo mandato.
Lo que vemos ahora es que el presidente republicano "odia los valores liberales de Merkel y ha dedicado los primeros 16 meses de su presidencia a criticar a Alemania con un fervor que suele dirigirse a los 'estados gamberros' [rogue states]". De esta forma, dejó la puerta abierta a Francia y Reino Unido, que pugnan por su atención y su gracia, resume el analista.
"El problema de los países de Europa occidental, cuya propia falta de unión les ha colocado en esta débil posición, es su total dependencia de Washington en lo que se refiere a la política exterior y de seguridad, especialmente enrelación a Rusia, China y el Oriente Medio", escribe McDonald. Este fenómeno quedó de manifiesto el año pasado, cuando "el ministro británico de Exteriores, Boris Johnson, tuvo que cancelar su visita a Moscú para esperar a que el exsecretario de Estado, Rex Tillerson, viajara primero e indicara la posición de EE.UU. que Londres tenía que seguir".
Según McDonald, Trump tiene sus propios objetivos y de este modo trata de beneficiarse de los líderes británicos y franceses para ganarse más respeto en el extranjero.
"Al mismo, en Moscú, la ciudad más grande de toda Europa, diplomáticos, políticos y analistas de política exterior, sencillamente no pueden entender cómo la UE, que cuenta con una economía mayor que la de EE.UU. y una población un 50% más alta, han permitido que la conviertan en una colonia política y militar de un país que está situado en otro continente", señala Brian McDonald.
En este sentido, añade que si no cambia la situación, países como China, Rusia o EE.UU. dejarán de prestar atención a sus opiniones. "Por desgracia, mientras los inteligentes reconocen el problema, nadie ha logrado dar con una solución práctica. Y mientras la situación siga así, ningún país de la triada global más poderosa va a tomar en serio a Macron, a May o a Merkel", concluye.
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