Conforme a los acontecimientos de aquel día, el 19 de enero de 1990 la presidencia del Soviet Supremo de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), sin el consentimiento del Soviet Supremo de Azerbaiyán, impuso un toque de queda en la ciudad de Bakú desde las cero horas del 20 de enero. Las tropas ingresaron a la ciudad sin informar la población local de la medida impuesta y sus reglas. Además, en la víspera de la intervención, las fuerzas especiales del ejército soviético atacaron el edificio de la televisión estatal en Bakú, cortando la transmisión de radio y televisión para evitar la difusión de noticias a la comunidad nacional e internacional.
La invasión se lanzó contra civiles desarmados, sin tomar en cuenta a los niños, mujeres y ancianos. Más de 133 personas murieron esa noche y alrededor de 700 civiles resultaron heridos. Esta masacre entró en la historia de Azerbaiyán con el nombre de Enero Negro.
El informe de Human Rights Watch sobre esa infausta fecha sostiene: “De hecho, la violencia utilizada por el ejército soviético en la noche del 19-20 de enero fue tan desproporcionada a la resistencia ofrecida por los azerbaiyanos como para constituir un ejercicio de castigo colectivo. Dado que los funcionarios soviéticos han declarado públicamente que el propósito de la intervención de las tropas soviéticas era evitar el derrocamiento del gobierno de la República de Azerbaiyán, dominado por los comunistas, por la oposición nacionalista y no comunista, el castigo infligido a Bakú por los soldados soviéticos podría haber sido intencionado como una advertencia a los nacionalistas, no solo en Azerbaiyán, sino en las demás Repúblicas de la Unión Soviética”.
El 22 de enero de ese año, The Washington Post citó a un testigo que declaró: “Los soldados soviéticos dispararon contra casi todo lo que se movió en las primeras horas de la ocupación”.
La indignación y la protesta del pueblo azerbaiyano fueron causadas por las políticas de los dirigentes del Partido Comunista y del Gobierno de la URSS hacia el pueblo de Azerbaiyán. En el otoño de 1989, el movimiento de independencia nacional había adquirido un impulso increíble, con cientos de miles de personas luchando por los ideales de libertad, independencia y soberanía.
Muchos analistas políticos creen hoy que el imperio soviético selló su destino con los eventos que tuvieron lugar en Bakú en 1990. Se hizo evidente que no importa cuántas tácticas militares se utilicen, pues estas no extinguen el deseo de libertad e independencia de una población.
Este crimen perpetrado con el liderazgo de la extinta URSS contra la población azerbaiyana unió a la nación aún más y fortaleció su espíritu de lucha. Sin embargo, el sangriento intento del imperio soviético no logró lo que pretendía hacer. Azerbaiyán recuperó su independencia de la Unión Soviética el 18 de octubre de 1991.
El Enero Negro fue un punto de inflexión en nuestra historia y demostró ser una vívida manifestación de la valentía y la determinación del pueblo en la defensa de su identidad nacional.
Aunque la población sufrió agresiones militares, morales y políticas, los azerbaiyanos demostraron su capacidad para mantener las tradiciones del heroísmo histórico y resistir los ataques por el bien de la libertad y la independencia de su patria, incluso a costa de perder sus vidas.
Para conmemorar la memoria de los azerbaiyanos que perecieron heroicamente en esta tragedia, se estableció el Callejón de los Mártires en el punto más alto de la ciudad capital de Bakú.
Cada año, los eventos trágicos del Enero Negro se repiten en los recuerdos en Azerbaiyán como un día de luto nacional. Gente de todo el país visita el callejón para honrar y venerar a las víctimas de aquellos eventos que prepararon el camino para la independencia y la prosperidad actual de la República de Azerbaiyán.
Mehdi Mammadov
Encargado de Negocios (A.I.)Embajada de Azerbaiyán
El Peruano
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