“Messi lloró como un nene en el Mundial, se nos partía el alma”
Pregunta. ¿Usted es más rudo que Jaap Stam?
Respuesta. Eso cantan los aficionados del City… Nunca estuve al lado de ese animal como para saberlo, pero me la banco [aguanto] bastante.
P. ¿El carácter del jugador argentino enamora al aficionado?
R. Nuestro espíritu competitivo y ganador es valorado en todos lados, pero me sorprendió el cariño y el respeto que le tienen los ingleses a los jugadores argentinos. A nosotros en el City nos hicieron una canción: We`ve got Otamendi, Aügero, Zabaleta. They`re our Argentinian blues. Our Argentinian blues are coming after you. Our Argies are coming after you… como diciendo que vienen detrás nuestro. Jamás me hablaron del tema Las Malvinas y quizás, muy de vez en cuando, bromeamos con la Mano de Dios. En la cultura inglesa el respeto es muy importante. Tienen su moneda, hacen el referéndum por el tema del Euro, referéndum por Escocia.
P. Usted llegó al Espanyol con 20 años, ¿hoy los jóvenes saltan demasiado pronto a Europa?
R. Yo era bastante joven, cuando llegué. Antes el salto a Europa se daba cuando el jugador tenía 22 o 23 años. Jugué dos años en San Lorenzo y tenía cerca de 80 partidos en Primera. Hoy los pibes juegan 20 partidos y ya se habla de un traspaso a Europa. Eso afecta la formación del jugador. Si vienes a Europa con 17 o 18 años nadie te asegura que te va a ir bien y existe un factor externo como es el de los agentes y el del negocio, cuestiones que influyen muchísimo en la cabeza del jugador.
Zabaleta.
Zabaleta. JUAN BARBOSA
P. ¿En qué sentido?
R. Los padres ven a sus hijos como una salvación económica. Aunque siempre seremos un semillero, hoy en día Argentina atraviesa una situación de crisis deportiva y de crisis social. Y este contexto hace que el jugador se pueda apresurar en aceptar una oferta. Además, se gana mucha guita (dinero). Cuando yo era pibe, los representantes me ofrecían 300 pesos (300 dólares del momento), una par de botines y los pasajes de autobús para ir y volver de Arrecifes a Buenos Aires. Hoy le ofreces eso a un chico y se te caga de risa. Hoy quieren un coche, un departamento, el mejor teléfono. Cambió todo.
P. ¿Para mal?
R. Hoy mi hermanito, que tiene 11 años, tiene móvil y yo pienso: ¿cómo puede ser?, pero es lo normal. No puedo pretender que todo el mundo tenga su primer teléfono, como me pasó a mí, a los 18. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, pero lo que no me gustaría que cambie es el hambre del pibe que quiere ser futbolista. Una persona ambiciosa puede tener el mejor teléfono, que se lo regaló su representante y que le sirve para chatear con la mamá, y a la hora de trabajar puede ser un animal. Pero para eso te tiene que ayudar tu entorno. Un entorno que no te tiene que dejar marear y que todo parezca fácil.
P. ¿Vivir en Manchester es tan duro?
R. No tienes la misma calidad de vida que en España. Cuando llegué a Barcelona, la comida, la cultura y el idioma eran similares a los de Argentina. En Inglaterra todo es diferente y la adaptación no es fácil.
P. Usted parece estar muy integrado...
R. Llegué sin saber ni una palabra en inglés. El club nos puso una profesora a los cuatro latinos que habíamos llegado al equipo: Caicedo, Robinho, Elano y yo. En la cuarta clase estaba yo solo. El entrenador era Mark Hughes y a mí me urgía la necesidad de comunicarme, con mi entrenador, con el fisio, con el preparador físico. Llega un momento en el que si no te sabes expresar o no entiendes lo que te dicen, te sientes un ignorante.
Nos criamos en un país. Por eso Simeone piensa que fracasó
P. ¿El jugador necesita estar integrado en la sociedad para rendir bien en el equipo?
R. Yo tuve de compañero a Carlitos Tévez, que entendía el inglés pero lo hablaba poco y él no lo necesitó para jugar bien. No es una prioridad máxima para rendir, pero si tienes ganas de sentirte parte de la cultura inglesa, porque en definitiva estás viviendo allí, lo necesitas. Mi mujer y yo somos gente sociable y nos gusta la cultura inglesa y tenemos amigos ingleses. Hay vida más allá del fútbol.
P. ¿Es tan mágico el fútbol inglés?
R. En la cultura anglosajona en general, el fútbol se vive de una manera muy intensa junto con el rugby. La gente trabaja de lunes a viernes para que llegue el fin de semana e ir a ver el fútbol o el rugby. Es un fútbol muy agresivo, muy intenso y con muchas pelotas divididas, pero también disfrutan del jugador distinto. Cuando Silva llegó al City la gente dudaba de él. Pensaban que era un jugador muy liviano y que iba a sentir la fricción del fútbol inglés y, al final, David recibe la pelota y no llegan a tocarlo porque resuelve todo antes de jugar. La Premier tiene esa mezcla que lo hace diferente. Si tú te tiras la gente no te lo permite, el engaño no está bien visto. Y el árbitro busca dialogar con el jugador.
Guardiola le va a dar al Manchester City el salto de calidad que le falta
P. ¿Usted vivió la transformación del City?
R. Yo estuve en la transición entre los viejos y los nuevos propietarios, pero nunca pensé que el proyecto iba a ser tan grande. Al poco tiempo de mi fichaje se anunció el de Robinho por 40 palos [millones] y pensamos: ¿Adónde va a ir esto? En las taquillas vacías poníamos: “Next Kaká”, “Next Messi”, “Next Ronaldo”. De aquella época solo quedamos Hart, Kompany y yo, los tres supervivientes.
P. ¿Qué significa para el club la llegada de Guardiola?
R. Significa terminar de dar el salto de calidad. Todo no se puede cambiar de un día para el otro. Fuimos creciendo, ganamos dos Ligas y la FA Cup, pero después de perder dos veces en octavos de la Champions, contra el Barça, y en las semifinales, ante el Madrid, nos dimos cuenta de que nos faltaba algo. Nos quedó la sensación de que el Madrid nos ganó con muy poco. Eso nos hace poner los pies en la tierra. ¿Somos un club importante?, sí. ¿Tenemos jugadores importantes?, también. Y Guardiola, que es el mejor técnico del mundo, nos va dar ese plus para estar a la altura del Barça, el Madrid, el Atlético o el Bayern, los mejores de Europa.
P. ¿Le ilusiona al jugador que lo entrene un tipo como Guardiola?
R. Sí, mucho. Como jugador siempre quieres tener a grandes entrenadores, porque puedes aprender muchas cosas y en ese sentido es muy atractivo.
P. ¿Por qué no se ve al mismo Agüero con el City que con la selección argentina?
R. La selección es un mundo y tu equipo es otro. Con tu club juegas 50 partidos por año y con Argentina, ocho. Cuando en el City juegas un partido mal, ya piensas en el siguiente, que es a los tres días. Tu club es una maratón y la selección es una carrera de 100 metros. El Kun es un gran jugador y en el City lleva muchos años muy buenos, siempre peleando por ser el goleador de la Premier. Pero no sólo le pasa a Agüero, nos pasa a todos.
El jugador argentino siente tristeza por lo que pasa en la AFA
P. En los últimos 10 años Argentina tuvo cinco técnicos distintos y de diferentes perfiles, ¿cuál es la identidad de la selección?
R. En la selección no hay tiempo de trabajo, entonces se necesita seriedad para que cuando el jugador llegue esté todo preparado y planificado. Sabella empezó con una línea de trabajo que ha continuado Martino. Los resultados llegarán tarde o temprano. El hecho de haber llegado a instancias finales te demuestra que el trabajo se está haciendo bien. Esta generación de jugadores va a jugar con ganas y se le dio mucha importancia al grupo.
P. Habla de seriedad. ¿Cómo viven los jugadores todo lo que pasa en la AFA?
R. Siento tristeza. Los juveniles no tienen técnico porque nadie tiene el poder de tomar la decisión. Cuando era juvenil estar en la selección no significaba solamente ir a entrenar de lunes a miércoles a Ezeiza. Significaba estar temprano en la calle Viamonte [donde se encuentra la sede de la AFA] para ir en el autobus al predio con todos los chicos. Teníamos que llevar el pelo corto, jugar con las medias altas y con la camiseta dentro del pantalón. Cuando estaba Pékerman, un ayudante suyo te iba a ver jugar los domingos y si te expulsaban el lunes ibas al entreno todo nervioso porque no sabías qué te iban a decir. Nada pasaba desapercibido. Los resultados no llegaban de casualidad. Y se ganaron seis mundiales juveniles.
P. ¿Es injusto que se los catalogue como la generación de los perdedores?
R. No sé si es injusto. En Argentina nos educan de esa manera. Cuando íbamos a jugar al baby fútbol, con siete años, ya te daba la sensación de que tenías que ganar porque parecía la final del mundo. Y después te conviertes en profesional y llegas a la final del mundo, que es dificilísimo y como futbolista lo valoras, pero como argentino la tienes que ganar. De ser campeón del mundo a no serlo hay mucha diferencia. Mire al Cholo Simeone. Mucha gente sacó de contexto sus palabras tras perder la final de la Champions, pero como argentino lo entiendo. Él piensa: ¿cuándo voy a tener otra oportunidad de jugar dos finales de Champions? Él no desmerece el trabajo, pero lo siente como un fracaso. Nos criamos en un país exitista y lo entiendo. Estoy seguro de que la gente del Atlético ama al Cholo, como también estoy seguro de que muchos argentinos se desviven por Leo.
P. ¿Leo es quien más lo sufre?
R. Él lo sufre mucho. Nosotros, que estamos dentro, conocemos sus sacrificios y los viajes que se pega de un lado para el otro para estar siempre presente. Estábamos en el vestuario del Maracaná y lo vimos llorar como un nene cuando perdimos la final del mundo. Se nos partía el alma. Lamentablemente perdimos dos finales, el Mundial y la Copa América. La cuenta pendiente sigue ahí. Ahora tenemos una nueva oportunidad, pero cuando escuchas que la gente nos trata de perdedores o de pechos fríos o todos los términos que escuchamos…
P. ¿Duele?
R. La crítica no pasa desapercibida. En cierto punto te duele, pero cuando eres jugador profesional sabes que tienes que convivir con esto.