Los gasoductos en cuestión, planeados como alternativa al tránsito de combustible por Ucrania, son la Corriente del Sur (hasta Bulgaria y de allí a Serbia, Hungría e Italia), y el Gasoducto Turco (hasta Turquía y de allí a Grecia y el sur de Europa), que sustituyó al primero cuando aquel fue cancelado por Rusia el 1 de diciembre de 2014.
“En lo que se refiere a rutas de exportación por el mar Negro, hay dificultades políticas con Turquía, como se sabe, pero no hemos renunciado definitivamente a ningún proyecto, ni a la Corriente del Sur ni al Gasoducto Turco”, manifestó Putin en respuesta a una pregunta sobre energía durante la rueda de prensa con el jefe del gobierno israelí Binyamin Netanyahu. “Necesitamos sólo una posición clara de la Comisión Europea, clara y comprensible, y eso no se da en ninguno de estos proyectos”, afirmó el presidente ruso. Putin se entrevistará con el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker la semana próxima en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo y todo parece indicar que el tema saldrá a relucir durante la cita.
El 1 de diciembre de 2014 en Ankara, en compañía de su colega turco Recep Tayyip Erdogan, Putin anunció que Rusia abandonaba la corriente del Sur, debido a la posición “no constructiva” de la Comisión Europea y la falta de permiso por parte de Bulgaria.
“Redirigiremos el flujo de nuestros recursos energéticos a otras regiones del mundo, incluyendo proyectos de liquefacción de gas natural avanzados y de rápida realización”, dijo entonces el dirigente ruso. Moscú y Bruselas discrepaban entonces sobre el cumplimiento del tercer paquete energético de la UE, que prohíbe a una compañía ser productora de gas y al mismo tiempo propietaria del sistema de transporte. El Gasoducto Turco, que preveía un centro de distribución desde la frontera entre Turquía y Grecia, quedó congelado en noviembre de 2015 después del incidente en el que Ankara derribó un avión de combate ruso Su-24 en la frontera con Siria.
Últimamente ejecutivos relacionados con el sector del gas hicieron declaraciones indicando la posibilidad de recuperar proyectos de transporte de gas abandonados e incluso de modificarlos con nuevos elementos o acortando las distancias, por ejemplo, mediante la construcción desde Crimea. Semejante ruta, sin embargo, sería difícilmente aceptable por la comunidad internacional, que no reconoce la anexión de la península.
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