José Luis Rodríguez Zapatero regresó a Caracas en busca de un milagro diplomático, por el que todos apuestan pero en el que casi nadie cree.El ex presidente de gobierno español, que encabeza la misión auspiciada por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), cuenta con casi todos los avales internacionales, desde el Vaticano a Estados Unidos pasando por los países de la región y las organizaciones panamericanas, pero con la realidad política en contra.A la cabeza de los escépticos, los dirigentes de la oposición. Tanto el gobernador Henrique Capriles como Jesús Torrealba, portavoz de la Unidad Democrática, le recordaron a Zapatero que el diálogo pasa por el revocatorio y que no se haga la "vista gorda" ante la crisis voraz que azota a Venezuela.La conflictividad social que ha encontrado el político socialista al llegar a Caracas en junio es aún mayor que la vivida en mayo. La protesta que el jueves se acercó hasta el Palacio de Miraflores, con gente desesperada gritando "queremos comida", acabó con la represión de la Guardia Nacional y con la embestida de las famosas brigadas de choque chavistas, que agredieron a 19 periodistas. Las imágenes dieron, otra vez, la vuelta al mundo.Los colectivos revolucionarios también atacaron a la ex diputada María Corina Machado y sus seguidores de Vente Venezuela, durante la inauguración de su nueva sede en el centro de Caracas. Los radicales revolucionarios consideran esa zona como territorio chavista, pese a que en las últimas elecciones parlamentarias cayeron derrotados en casi todas las parroquias electorales.Zapatero también se va a topar con un nuevo ataque del Ejecutivo contra el poder legislativo, perseguido desde el juramento de la Asamblea en enero. Elvis Amoroso, asesor jurídico presidencial, introdujo ayer un recurso de amparo ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) por una exótica "usurpación de funciones" que habría cometido el Parlamento al solicitar a la Organización de Estados Americanos (OEA) la aplicación de la Carta Democrática."Han tratado de autonombrarse como jefe del Ejecutivo", acusó Amoroso a la junta directiva de la Asamblea, en especial a su presidente, Henry Ramos Allup. Maduro también les acusa de traición a la patria y de favorecer una fantasiosa invasión extranjera. En Venezuela, los diputados cuentan con inmunidad parlamentaria, de la que sólo pueden ser desposeídos por resolución de la propia Asamblea.Pese a las amenazas presidenciales, Allup no se calla: "Motines del pueblo esperando alimentos durante horas se debe a que llegan CLAPs (Comités de Abastecimiento Local) y colectivos a los comercios, decomisan y todo se lo roban".La puesta en marcha de los polémicos CLAP, un mecanismo para la distribución de comida subvencionada, casa por casa, controlada por consejos comunales chavistas, ha desatado la ira de los ciudadanos, que esperan en colas para luego no conseguir nada y que temen que esos alimentos vayan a parar únicamente a los seguidores de la revolución. "Si Maduro enjuicia al presidente de la Asamblea Nacional estaríamos viendo la ruptura del hilo constitucional", advirtió Luis Almagro, secretario general de la OEA y nueva bestia negra del chavismo.
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