La muerte de dos soldados de Israel amenaza con desatar otro conflicto
Netanyahu se gana a la ultraderecha al desencadenar una operación terrestre
“Israel requiere la estabilidad de un Gobierno que maneje los cambios a los que nos enfrentamos y que tome las oportunidades que tenemos delante”, justificó Netanyahu durante la presentación del acuerdo. Junto a él se encontraba su nuevo socio, el controvertido Avigdor Lieberman, que una vez más dejó claro que para él “lo más importante es la seguridad de los ciudadanos israelíes”.
El considerado por algunos analistas como “el Gobierno más radical que ha existido jamás en la historia de Israel”, ve la luz apenas una semana después desde que se hiciese público que Netanyahu le había ofrecido a Lieberman la cartera de Defensa para formar parte del Ejecutivo. Un hecho que precipitó la dimisión del anterior titular, Moshe Yaalon y que desencadenó una oleada de críticas dentro y fuera de casa por dejar en manos de un ultranacionalista uno de los ministerios clave del país.
Lieberman, que ya fue titular de Exteriores, vive en un asentamiento judío en territorio ocupado palestino; en alguna ocasión llamó “traidores” a los que apuestan por la retirada de Israel de Cisjordania y recientemente se manifestó en apoyo de Elor Azaria, el militar israelí de una unidad del cuerpo médico del Ejército hebreo que remató de un tiro en la cabeza a un palestino, malherido, que había apuñalado a un soldado israelí, en Hebrón.
Sin embargo, según lo que ha trascendido de las negociaciones entre el Likud e Israel Beitenu, los principales escollos para unirse a la coalición eran de tipo económico y la promesa electoral de Lieberman de promover la pena de muerte “para los terroristas”. En ambos casos, el político de origen moldavo ha tenido que hacer concesiones: la discusión sobre la pena de muerte parece que ha quedado aparcada y el obstáculo económico fue salvado el martes por la noche en una reunión en la que también participó el ministro de Finanzas de Israel, Moshe Kahlon, que ha desempeñado un papel crucial en la redacción del acuerdo.
Lieberman, que pretendía que el Gobierno destinase 2,5 billones de shekels (casi 600 millones de euros) para reformar el sistema de pensiones y que todos los inmigrantes de la antigua Unión Soviética recibiesen una paga, se conformará con casi la mitad. Finalmente, el Gobierno destinará cerca de 1,4 billones de shekels (unos 350 millones de euros) y se beneficiarán todos los inmigrantes que llegaron a Israel —no solo los de la URSS— siendo demasiado mayores como para cotizar el tiempo suficiente para obtener una pensión.
Amenaza para la estabilidad regional
Netanyahu, que dijo mantener aún la puerta abierta de la coalición a los laboristas de Isaac Herzog, también aseguró seguir comprometido con el proceso paz. “Haré todo lo posible por llegar a un acuerdo”, afirmó. Palabras que suenan huecas para la Autoridad Nacional Palestina y para sus rivales de Hamas.
Nada más conocerse la entrada de Lieberman en el Gobierno, el jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat lo calificó como “una verdadera amenaza para la estabilidad regional”. Para el portavoz de Hamas en la Franja de Gaza, Sami Abu Zuhgri, “es un indicador del racismo y el extremismo que reina en Israel”.
Si todo va según lo previsto, la próxima semana asumirá la cartera de Defensa aunque para ello, Netanyahu tendrá que lidiar con la última rebelión que le ha estallado dentro de la coalición, la de Naftali Bennett, ministro de Educación y líder del partido Habayit Hayehudi. Para aceptar el nombramiento de Lieberman, Bennett exige cambios en el Gabinete de Seguridad de Israel. Quiere que Netanyahu nombre un secretario militar, una suerte de oficial de enlace entre el Ejército y el Gobierno, para “proteger la seguridad de Israel”.
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