Alrededor de 140 holandeses permanecen en estos momentos en las filas del ISIS. Otros 40 han vuelto, aunque el flujo se ha reducido por las estrictas medidas de control aplicados por sus jefes en Oriente Medio para que no deserten.
Según el Coordinador Nacional para la lucha contra el Terrorismo, cerca de un 80% de los yihadistas contabilizados hasta la fecha son holandeses de origen marroquí, turco y somalí de segunda y tercera generación. Los dos primeros países consideran ciudadanos propios a todos sus emigrantes, aunque no hayan nacido allí. Reciben, por tanto, el pasaporte correspondiente.
El promedio de edad de los yihadistas holandeses es de 19 a 25 años, pero la decisión de la Cámara incluye una enmienda del Código Penal para que la retirada de la nacionalidad pueda aplicarse a partir de los 16 años, “si constituyen un riesgo”. Las leyes criminales holandesas no persiguen antes de los 12 años. Entre 12 y 18, se ocupa la Ley de Menores, pero entre 16 y 18, pueden ser tratados ya como adultos ante los tribunales. Como los mayores de edad, no será necesaria la intervención de los jueces. De todos modos, para evitar un vacío legal, si el afectado no recurre en el plazo de cuatro semanas, Justicia informará a los tribunales. El Consejo de Estado tendrá la última palabra en caso de conflicto.
Abordar bien el regreso de los yihadistas, adiestrados en el uso de armas y explosivos, y con posibles traumas emocionales, es una de las mayores preocupaciones de las autoridades holandesas. Un estudio publicado este año por el Coordinador contra el Terrorismo sobre un grupo de 24 retornados, señala que la mayoría contaba solo con estudios de secundaria y poca experiencia laboral. La mitad habían tenido problemas con la policía, y su radicalización se produjo en poco tiempo (entre varios meses y dos años). Una parte regresa a su antiguo barrio y amigos, lo cual dificulta la reintegración
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