Siete de las nueve tumbas restantes, que datan del siglo XVII, están llenas de vegetación y flores de pradera en primavera. Sus techos en forma de pirámide están cubiertos de hierba silvestre y los pájaros tejen sus nidos en su interior. Hasta hace poco, los mausoleos no estaban vigilados y se iban desmoronando poco a poco. Su aspecto inicial se iba borrando con el paso del tiempo. Cerca de una de esas estructuras sólo se vio un muro con una salida que formaba un patio interior. Los eruditos suponen que todas las tumbas estaban rodeadas originalmente por este tipo de patios.
Son visibles en un grabado realizado por el viajero holandés Cornelis de Bruijn, que visitó Kalakhan en el siglo XVII. Los peregrinos que llegaban a rendir tributo a los jeques sufíes allí enterrados descansaban en bancos de piedra dentro de los patios. En una de las entradas del mausoleo todavía hay un cartel que dice: "Esta es la tumba de... el jeque Ibrahim, hijo de Amir Ahmad, descendiente del jeque Israfil de [la dinastía de] los jeques Chilkey". Sernar Abdul-Azim, el hijo, Amir Ali...1072" (Hijri - 1663-1664). Los jeques Chilkey provenían de la generación Khanchobani perteneciente a la tribu nómada turca Padar. Estos últimos aparecieron en Shirvan en el siglo XIV, trayendo consigo la forma de los mausoleos que se asemejan a sus tiendas.
A 200 km al noroeste de Bakú se encuentran mausoleos de piedra del mismo tipo con techos piramidales. Se encuentran en un bosque en las proximidades del asentamiento de Khazra, cerca de Gabala. El bosque destaca porque su superficie está cubierta casi por completo por un antiguo cementerio. Algunas de las tumbas se remontan a la época preislámica. Allí fueron enterradas personas de diferentes nacionalidades que vivieron en este territorio durante mucho tiempo. Para los aficionados a la historia y la arqueología, sería fascinante ver las lápidas con símbolos hábilmente incisos. La identidad y la ocupación de las personas enterradas pueden determinarse a partir de las imágenes aplicadas en las lápidas. Las imágenes de caballos y pájaros, armas y objetos necesarios para la oración se ven sobre todo en las lápidas de los hombres. En cuanto a las lápidas de las mujeres, las imágenes más frecuentes incluyen adornos como anillos, pendientes, cuentas y pulseras, así como espejos, frascos de tinte para el pelo, peines, etc. Si se observa de cerca el cementerio, pueden verse imágenes muy interesantes de un caballo alado y hexagramas. Sin embargo, los mausoleos, en sí mismos, llaman principalmente la atención del espectador. Una inscripción en la cúpula de la tumba más antigua dice: "Esta es una tumba sagrada del jeque Badraddin, hijo del jeque Shamsaddin, que obedeció a Allah. Que esta tierra sea pura para ellos". Falleció el 13 del mes de Zul-Kada del año 850. Escrito por el jeque Sultán". Según el calendario gregoriano, esto ocurrió en 1446, mientras que los otros tres mausoleos se construyeron en el siglo XVI. Dos de esas estructuras están dedicadas al jeque Muhammad y al jeque Mansur, mientras que la tercera no ha podido ser identificada. Al igual que en Kalakhan, los mausoleos de Khazra se construyeron siguiendo el mismo estilo. Estas tumbas tienen formas geométricas precisas, ornamentos concisos pero muy elegantes, que forman un kitabe (un panel con inscripciones en árabe). La entrada a la tumba del jeque Mansur está adornada con un fragmento del Corán. "No penséis que los que perdieron la vida en el camino de Allah están muertos. Reciben una recompensa de Allah", dice. "Esta tumba del misericordioso jeque Mansur fue erigida durante el mandato del jeque Ibrahim, un gran y poderoso sultán. Que el Creador conceda la eternidad a su gobierno. Que Allah ilumine esta tumba".
La tumba del jeque Muhammad indica que era hijo del jeque Barik y que vivió durante el mandato del sultán Abdulmuzaffar Shah Tahmasib en 970 (1562-1563, según el calendario gregoriano).
Casi no se dispone de información sobre los jeques enterrados en las tumbas. Sin embargo, dado que se construyeron mausoleos inherentes a los líderes sufíes sobre sus tumbas, eran representantes venerados de sus comunidades. La aparición de bóvedas funerarias en el bosque de Khazra provocó una afluencia de peregrinos a esta zona. En la mayoría de los casos, la gente viene aquí a rezar por la salud de sus seres queridos. Evidentemente, la gente siente sentimientos especiales y fe al rezar junto a las tumbas de personas justas. Por ello, un gran número de personas agradecidas vuelven una y otra vez. Aunque se trata de un cementerio, los visitantes experimentan sentimientos fabulosos como si volvieran a los tiempos lejanos en los que vivían todas estas personas. Los rayos de sol que atraviesan los viejos árboles e iluminan las cúpulas de los mausoleos añaden un aura mística especial a este bosque. No es una mera coincidencia que las personas interesadas en el esoterismo y las prácticas espirituales visiten a menudo este lugar. Tanto el mausoleo de Khazra como el de Kalakhan están siendo objeto de importantes estudios y trabajos de rehabilitación. No cabe duda de que estos esfuerzos arrojarán luz sobre páginas desconocidas de la historia relacionada no sólo con Azerbaiyán, sino con toda la región de Transcaucasia, en el futuro.
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