El plenario del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil decidió este jueves que los gobernadores y alcaldes del país continúen teniendo prerrogativas para restringir las celebraciones religiosas, una de las medidas adoptadas para frenar el avance descontrolado del coronavirus.
Por 9 votos contra 2, el STF se pronunció en contra de la apertura de los templos e iglesias, al considerar que Brasil vive la mayor crisis sanitaria en los últimos 100 años.
El juez que planteó y fundamentó el fallo fue Gilmar Mendes, quien aludió al nuevo récord de muertes del 6 de abril, cuando se registraron en el país 4.195 fallecidos por covid-19 en 24 horas. Este jueves, el país marcó otro pico de decesos, al notificar 4.249 decesos en una jornada.
Para el magistrado, Brasil se convirtió en un "paria internacional en el ámbito de la salud", al concentrar en estos momentos cerca de un tercio de los decesos diarios causados por el patógeno en todo el mundo.
La cuestión sobre si los templos deberían permanecer abiertos y ofrecer servicios religiosos había causado una intensa polémica, luego de que el presidente Jair Bolsonaro dispusiera que se trata de una actividad esencial y, en consecuencia, no podían cerrar.
La votación tribunalicia tuvo lugar después que el fin de semana pasado, el magistrado Nunes Marques, propuesto para el cargo por Bolsonaro, permitiese la reapertura de los servicios religiosos, contradiciendo así la decisión de los gobernadores y sorprendiendo al resto de los jueces del STF.
Por otro lado, el lunes, el juez Gilmar Mendes rechazó suspender el decreto del gobierno de Sao Paulo y mantuvo cerrados los templos y misas. Ante esas dos decisiones contradictorias, el asunto pasó al plenario.
Trágico momento
La discusión ocurre en un trágico momento. Brasil superó el martes y el jueves las 4.000 muertes por covid-19 en solo 24 horas, y ya son 345.025 los fallecidos y más de 13,2 millones los contagiados. La prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) ha pedido implantar un estricto confinamiento para contener el virus, ya que prevé un abril crítico que prolongará el colapso del sistema sanitario.
Sin embargo, Bolsonaro dejó claro este miércoles que no decretará el confinamiento a nivel nacional y defendió la apertura de los templos y las iglesias. "Buscaremos alternativas, no aceptaremos la política de quedarse en casa, de cerrar todo (...) El virus no se irá. Este virus, como otros, llegó para quedarse", destacó.
El ultraderechista mandatario añadió, en referencia a sí mismo, que es "el único líder mundial al que atacan de forma aislada". "Es más fácil ponerse del lado de la mayoría, se evitan problemas y no eres acusado de genocida. No sufres ataques de gente que piensa diferente. Nuestro enemigo es el virus, no el presidente, el gobernador o el alcalde", aseguró.
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