"El país ha desarrollado sus propios drones y los ha utilizado con un impacto aplastante en varios conflictos militares recientes: Libia, Siria, en la guerra de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, y en la lucha contra el PKK dentro de su propias fronteras", señaló en el artículo.
"En el proceso, se ha elevado a sí mismo para convertirse en un importante agente de poder regional con más capacidad para configurar resultados que Rusia, China o Estados Unidos", continuó Fukuyama.
Señaló que la efectividad de los drones turcos Bayraktar TB2 y las aeronaves no tripuladas Anka-S se demostró por primera vez más allá de las fronteras de Turquía en Siria en marzo de 2020, cuando fueron desplegados en represalia a un ataque del régimen de Bashar al Assad, respaldado por Rusia, que causó la muerte de 36 soldados turcos.
"Ankara lanzó un ataque devastador contra las fuerzas blindadas sirias que se movilizaban hacia la provincia de Idlib, a lo largo de la frontera turca", dijo Fukuyama.
"Las imágenes de video los mostraron destruyendo un vehículo blindado sirio tras otro, incluidos más de 100 tanques, vehículos blindados de transporte de personal y sistemas de defensa aérea".
Al argumentar que el uso de drones por parte de Turquía "va a cambiar la naturaleza del poder terrestre de forma que socavará las estructuras de fuerza existentes, de la misma manera que el Dreadnaught dejó obsoletas las clases anteriores de acorazados, o el portaaviones hizo que los mismos acorazados se volvieran obsoletos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial".
El país ya ha "configurado de manera decisiva" los resultados de tres conflictos y promete hacer más de lo mismo, agregó el renombrado académico.
Fukuyama describió la intervención de Turquía en Siria como una derrota de lo que habría sido un acto genocida contra los refugiados que habían buscado ayuda en la provincia de Idlib.
"Si Assad hubiera logrado retomar la provincia, habría provocado otra crisis masiva de refugiados con grandes implicaciones para Europa", aseguró.
Siria ha sido devastada por la guerra civil desde principios de 2011, fecha en la que el régimen de Bashar al Assad empezó a reprimir violentamente las manifestaciones a favor de la democracia.
Cientos de miles de personas han muerto en el conflicto en Siria y más de 10 millones han sido desplazadas, según estimaciones de la ONU.
Desde 2016 Turquía ha lanzado tres exitosas operaciones antiterroristas (Escudo del Éufrates en 2016; Rama de Olivo en 2018, y Fuente de Paz en 2019) a lo largo de su frontera en el norte de Siria para evitar la formación de un corredor terrorista y permitir el asentamiento pacífico de los residentes.
En su campaña de terror de más de 35 años contra Turquía, el PKK, considerado una organización terrorista por Ankara, Estados Unidos y la Unión Europea, ha sido responsable de la muerte de casi 40.000 personas, entre ellas mujeres, niños y bebés. El YPG es el nombre de su rama en Siria.
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