"Como `somos memoria`, trabajo con esos ingredientes que están en mí, y cuya referencia evidente es Cuba, pero me gusta pensar que más que `novelas cubanas`, he escrito `novelas existenciales que se desarrollan en Cuba`, y creo que si en una especie de laboratorio mágico pudiese aislarse el componente químico cubano de mis novelas, seguiría habiendo conflicto y trama en el ámbito psicológico y existencial de los personajes, o seas, seguiría habiendo novela más allá de Cuba", señala. Cómo anécdota paradójica que marcó su vida, relata que en los años 90, cuando era "estudiante de Historia del Arte en la Universidad de La Habana, leía todo el día a Proust, Dostoievski y Hermann Hesse, en secreto criaba cerdos", vivencia que reflejó en su novela de 2006, publicada en Lengua de Trapo, "Las bestias". Comentando sus primeros pasos en la literatura, el escritor cubano destaca que su adolescencia "estuvo arropada en el grupo literario y etílico que se hizo llamar El Establo".
"Leíamos poesía y novela y todo lo demás, discutíamos sobre política, y nos creíamos filósofos de la manigua; toda mi obra es una exploración de las posibilidades del individuo dentro de unos condicionamientos externos que pesan mucho: los de la revolución, el poder, la nomenclatura", subraya. Al comentar la noticia de que la Unesco declarara la rumba cubana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, Menéndez advierte que en breve habrá "una especie de revisión inevitable, una paulatina reconsideración y rescate de los valores de la cultura y la intelectualidad cubana, poco a poco tendrá que ir ocurriendo una especie de clarificación, de rescate de libros, de ordenamiento de las cosas realmente valiosas que andan desperdigadas entre exilios, `aislamiento`, modas, y espejismos".
Sputnik
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