El terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa este de la isla de Honshu del 11 de marzo de 2011 fue clasificado como uno de los choques sísmicos más fuertes en la Tierra registrados con instrumentos desde finales del siglo XIX. El impacto tectónico elevó de las profundidades del océano Pacífico un gran tsunami que alcanzó los 38 metros de altura y arrasó kilómetros en las provincias costeras.
Como resultado de la tragedia, murieron 15.896 personas, 6.157 resultaron heridas y 2.536 desaparecieron. El daño causado por el terremoto fue de unos 309.000 millones de dólares aproximadamente.
Con impactar la costa de la prefectura de Fukushima, el desastre provocó un corte de energía y fallo en el sistema de refrigeración del reactor de la central nuclear local Fukushima 1. Tras la ruptura del mecanismo de enfriamiento, el núcleo del reactor se derritió y hubo una fuga de sustancias radiactivas.
La catástrofe fue clasificada con el séptimo de máximo nivel de accidentes en la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES) e hizo revisar las opiniones sobre la seguridad de las centrales nucleares en todo el mundo. Los trabajos de liquidación aún están en curso en Fukushima 1.
Trabajos de liquidación
En una sesión informativa, un responsable de las obras de liquidación y desmantelamiento en la estación de emergencia de Ono Akira reportó el 4 de marzo del 2021 que se planea completar la extracción del combustible nuclear gastado de las piscinas de todas las unidades de energía (desde la 1 hasta la 6) para el año 2031. También se informó que en los últimos años, el volumen de generación diaria de agua que contiene nucleidos radiactivos en las instalaciones de la central nuclear Fukushima 1 se redujo casi 4 veces, de 540 metros cúbicos en mayo de 2014 hasta 140 metros cúbicos por día en 2020.
Anteriormente, se conoció la intención de Japón de drenar el agua de la planta de energía nuclear al océano Pacífico, limpiándola previamente de impurezas radiactivas residuales, a excepción del tritio, debido a que los tanques estarán completamente llenos para el 2022. Los especialistas creen que el nivel de radiación de tritio será seguro si el agua contaminada se diluye con el agua del mar en una proporción de 1:40.
Mientras tanto, los especialistas señalan que el agua de la planta de energía nuclear dañada no se considera radiactiva y no causará daño al océano una vez drenada.
"El gobierno japonés está invirtiendo enormes recursos para eliminar las consecuencias del accidente y, como profesional en este campo, puedo decir que ahora no hay peligro de radiación en las playas. El agua de la planta de energía nuclear dañada tampoco se considera radiactiva, lo que está determinado por la legislación de la OMS", asegura el especialista de la empresa para la gestión de residuos radiactivos RosRAO, Serguéi Florya.
"El agua de Fukushima 1 se reconocerá como residuo radiactivo solo si el contenido de tritio en ella fuese 10.000 veces mayor de lo que es ahora. Además, incluso 1.000 millones [de litros] de agua con un fondo radiactivo sobrestimado descargada es una 'gota en el mar', su composición desfavorable se lavará instantáneamente en el océano incluso por debajo del nivel permisible de sustancias nocivas", agregó.
A pesar de que la liberación de agua de los depósitos de las centrales nucleares al océano ha sido reconocida como el enfoque más seguro y rentable, esta solución está recibiendo críticas de varios sectores y naciones. Cooperativas de pesca de Japón, a su vez, han informado a las autoridades que se "oponen firmemente" al vertido de agua radiactiva. Corea del Sur fue la primera en expresar sus preocupaciones desde el extranjero y exigió que Tokio revelara los detalles del plan. China también esperaba que Japón "divulgue toda la información de manera oportuna y transparente" y "tome una decisión en consulta con los países vecinos".
Mientras tanto, Japón no está contento con el trabajo de los expertos internacionales que se encuentran en el lugar de la emergencia para evaluar la situación, señaló el jefe del Laboratorio Ambiental de Control Público y miembro del Consejo Público del Ministerio de Recursos Naturales de Rusia, Serguéi Gribalev. La central nuclear Fukushima 1 fue diseñada por la corporación más grande de EEUU, General Electric, y los especialistas extranjeros podrían desacreditar a la empresa al exponer la vulnerabilidad de la tecnología estadounidense en la industria nuclear, opinó el experto.
Según los planes del Gobierno japonés, para 2030 las centrales nucleares en Japón deberían generar entre el 20 y el 22% de la energía. Esto significa que entre 20 y 30 unidades de energía nuclear estarán en funcionamiento. Mientras tanto, de acuerdo con una encuesta realizada por la empresa de redifusión japonesa NHK, el 3% de los encuestados está de acuerdo con el aumento del número de centrales nucleares en Japón, el 29% está satisfecho con la situación actual, el 50% cree que debería reducirse y el 17% defiende el rechazo total de la energía nuclear.
Mientras tanto, el responsable del programa energético de la filial rusa de Greenpeace, Vladímir Chuprov, advierte que el riesgo de una catástrofe como la de Fukushima 1 va a existir siempre. Además, en unas pocas décadas, la energía obtenida de fuentes alternativas a la nuclear será mucho más barata.
"Se nos dice que los nuevos reactores nucleares tienen un nivel de riesgo aceptable 250 veces menor que los anteriores. Pero el riesgo cero no existe como tal. Además de las fallas técnicas y los errores humanos, existen muchos factores externos que pueden derivar en un accidente grave, que ocurrió en marzo de 2011 en Japón. No se puede descartar ni peligro sísmico, ni tsunami, ni ataques terroristas, ni la caída de una aeronave, dron o meteorito, ni la colisión de centrales nucleares flotantes con un submarino o iceberg, ni un ataque pirata", señaló el experto, quien agregó que ninguna empresa ni la OIEA pueden garantizar la seguridad total.
Al ser un país con escasos recursos naturales, Japón no debería deshacerse tan fácilmente de la energía nuclear como fuente de energía, pero su futuro en el país ahora es muy sombrío, opinó Kikkawa Takeo, miembro del Subcomité del Comité Asesor sobre Política de Energía y Recursos y profesor de la Universidad Internacional de Japón.
"La principal ventaja de la energía nuclear es que no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera. Sin embargo, ahora, cuando se ha hecho posible lograr la ausencia de emisiones de dióxido de carbono con la ayuda de la energía térmica generada a partir del amoníaco, la energía nuclear está perdiendo su razón de existir. Además, desde el punto de vista de la seguridad y la posibilidad de regular la potencia de salida, la energía nuclear pierde frente a la térmica", admitió, recordando que Japón planea lograr la neutralidad de carbono para el 2050.
El profesor del Instituto de Energía Atómica de la ciudad rusa de Obninsk, Víctor Murogov, también opina que no hay motivo para despedirse de la energía nuclear, pero al mismo tiempo admite que la energía nuclear no ha cumplido con las tareas que se le asignaron para reemplazar los combustibles fósiles.
"La mayoría de las centrales nucleares se construyen sobre la base de reactores de agua a presión, es decir, esta nueva fuente de energía se utiliza en el ciclo termodinámico vapor-agua. Como resultado, la eficiencia de la energía nucleoeléctrica de unos 30% se mantiene al nivel de los años sesenta. Y este problema aún no se ha resuelto", afirmó.
¿Liquidación interminable y sin progreso?
En la actualidad, la central nuclear continúa con sus trabajos de liquidación y se necesitarán unos 40 años para desmantelarla por completo. A pesar de que los especialistas lograron cerrar las unidades de energía dañadas y limitar la escala de la contaminación ambiental, persiste la amenaza de exacerbación de la situación, afirman los especialistas.
Según una encuesta de NHK, al menos el 65% de los residentes japoneses no ven ningún progreso en la eliminación de la radiación de las áreas de Fukushima. Además, casi uno de cada tres encuestados anunció que la prefectura tampoco está progresando en trabajos de restauración de las áreas afectadas por el terremoto y el tsunami.
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