La junta militar de Myanmar amenazó a los manifestantes que han tomado las calles en las últimas semanas para protestar contra el golpe de Estado del pasado 1 de febrero que “el camino de la confrontación” supondrá la pérdida de vidas, mientras el país se prepara este lunes para una nueva jornada de huelga.
En un anuncio público difundido anoche por la televisión estatal y publicado en su canal de Youtube, la junta militar acusó a los manifestantes de “aumentar su incitación a la revuelta y a la muchedumbre anárquica” el pasado sábado, cuando dos personas perdieron la vida por disparos policiales durante una protesta en Mandalay, la segunda ciudad del país.
“Los manifestantes están ahora incitando a la gente, especialmente a adolescentes y jóvenes emocionales a un camino de confrontación en el que sufrirán la pérdida de la vida”, reza el comunicado.
Tom Andrews, relator especial de la ONU, se mostró preocupado por este mensaje “amenazante” y advirtió a la junta militar en Twitter de que, a diferencia de lo ocurrido durante las sangrientas revueltas de 1988, las acciones de las fuerzas de seguridad están siendo grabadas, por lo que tendrán que asumir su responsabilidad.
La junta militar hizo esta advertencia en el inicio de una nueva jornada de huelga en el que la señal de internet se cortó a la 1 de la madrugada y no se restablecerá hasta las 12 del mediodía en Rangún y las 9 de la mañana en el resto del país, según informaron a Efe proveedores de internet.
Pese a la amenaza, decenas de miles de personas salieron este lunes a las calles de las principales ciudades tras un trágico fin de semana en el que murieron dos manifestantes por la violencia policial.
Desde la mañana las principales arterias de Rangún, Naipyidó -la capital-, Mandalay y otras localidades fueron ocupadas por los manifestantes, que reclaman el restablecimiento democrático y la liberación de los presos políticos en la que podría convertirse en la mayor jornada de protesta desde el golpe de Estado perpetrado por el Ejército el pasado 1 de febrero.
En Rangún, la ciudad más poblada, las carreteras cercanas a la mayoría de las Embajadas, en especial la de EEUU y Corea del Sur, habían sido bloqueadas por las fuerzas del orden, al ser puntos especialmente concurridos durante las protestas.
Los manifestantes salieron de forma masiva por todo el país pese a la represión policial que el pasado sábado costó la vida por disparos policiales a dos manifestantes en Mandalay y a la advertencia lanzada anoche por la junta militar de que “el camino de la confrontación” supondrá la pérdida de vidas.
“Los manifestantes están ahora incitando a la gente, especialmente a adolescentes y jóvenes emocionales a un camino de confrontación en el que sufrirán la pérdida de la vida”, reza el comunicado de los uniformados emitido por la televisión estatal birmana.
Tom Andrews, relator especial de la ONU sobre derechos humanos en Birmania, se mostró preocupado por este mensaje “amenazante” y advirtió a la junta militar en Twitter de que, a diferencia de lo ocurrido durante las sangrientas revueltas de 1988, las acciones de las fuerzas de seguridad están siendo grabadas, por lo que tendrán que asumir su responsabilidad.
Testigos relataron a Efe cómo la Policía reprimió la protesta del sábado con munición real y balas de goma, bombas de gas lacrimógeno, así como con proyectiles metálicos fabricados con tornillos y lanzados con tirachinas.
Con las dos muertes del sábado son ya tres los fallecidos por la represión policial, tras confirmarse el viernes el deceso de Mya Thwe Thwe Khine, una joven de 20 años que murió de un disparo policial en una protesta, y cuyo funeral se celebra hoy en la capital, Naipyidó.
El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre en los que la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Aung Sang Suu Kyi, arrasó, como ya hizo en 2015.
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