Asjabad, la capital de la exrepública soviética de Turkmenistán, tiene desde esta semana una exótica, deslumbrante y extravagante estatua más. El presidente de este cerrado país de Asia Central, Gurbangulí Berdimujamédov, ha inaugurado un monumento en honor del alabai, o perro pastor de Asia Central, considerado el perro nacional turkmeno.
Berdimujamédov inauguró, según informó el 10 de noviembre la agencia estatal de noticias Turkmenistán Segodnia, un complejo de nuevos edificios en la ciudad. Pero las construcciones no tienen ni mucho menos el esplendor de la estatua canina que les acompaña.
Instalado en un espacio abierto con 36 metros de diámetro, el monumento al alabai tiene 15 metros de altura sumados los 9 del pedestal y los 6 de la propia estatua. Está rodeada, además, por una pantalla que muestra videos con la participación de un perro de esta raza.
Y está chapada en oro para no perder la costumbre de exuberancia de muchos de los monumentos instalados en el pasado en Asjabad tanto por el actual líder como por su antecesor, Saparmurat Niazov, quien se hacía llamar Turkmenbashí o “padre de todos los turkmenos”.
Según la agencia, el iniciador de la instalación del monumento fue el propio presidente, con el fin de “mostrar respeto, reverencia por la inigualable valentía y gran bondad de corazón de estos maravillosos animales, enfatizando su papel en el destino histórico de la nación y el lugar que ocupan en la vida de las personas”.
Berdimujamédov, de 63 años, parece ser un gran aficionado a este tipo de canes. El presidente turkmeno declaró el 2018 Año Nacional del Perro, y él mismo salió en televisión recitando sus virtudes. El año pasado pasó sus vacaciones veraniegas escribiendo el libro El alabai turkmeno, y también presentó una canción con el mismo nombre.
El alabai forma parte del patrimonio de este país a orillas del mar Caspio y con una extensión algo menor que la de España. Además de dedicarle poemas y canciones, Berdimujamédov suele regalar cachorros de alabai a los líderes amigos que le visitan. En el 2017 regaló un cachorro llamado Verni al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Dos años después, hizo el mismo regalo al entonces primer ministro ruso, Dimitri Medvédev. Berdimujamédov dejó que fuera el político ruso quien le pusiera nombre, y le llamó Aik.
El año pasado el presidente turkmeno ordenó a ocho de los principales bancos del país, a través de un decreto presidencial, que financien a una empresa (12,5 % cada uno) para mejorar el pedigrí del alabai. Éste se ha convertido en un símbolo del país. Tanto, que la exportación de ejemplares de pura raza se encuentra prohibida.
Berdimujamédov se formó como dentista antes de hacer carrera política. En el 2007 sucedió en el poder a Saparmurat Niazov, que había liderado el país desde tiempos de la URSS hasta su muerte, en el 2006.
Igual que su antecesor, Turkmenbashí o “padre de todos los turkmenos”, también fomenta el culto a la personalidad
A pesar del cambio en el poder y las promesas de reformas, el nuevo presidente adoptó el estilo de su predecesor y también ha fomentado el culto a su personalidad.
En el 2015 se hizo levantar una estatua ecuestre, que recuerda al famoso “Jinete de Bronce” que representa a Pedro el Grande en San Petersburgo y que inmortalizó en el siglo XIX Alexánder Pushkin en uno de los poemas más grandes en idioma ruso.
La diferencia más llamativa es que la de Asjabad está chapada en oro de 24 quilates, algo que parece un símbolo autóctono de Turkmenistán, país rico en gas natural (quintas reservas del mundo), petróleo y minerales. La estatua se llama “Arkadag”, título honorífico del presidente, que significa “El protector”.
lavanguardia
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