Es complicado, por no decir imposible, toparse con una jornada tranquila en el Camp Nou. El polvorín en el que se ha convertido el Barcelona convierte en ingobernable la nave azulgrana y transmite una continua zozobra al proyecto deportivo, que suscita serias dudas a escasas horas de que arranque la temporada oficial. Un mes después del burofax enviado por Messi, las aguas siguen bajando turbulentas y enmarañadas por Arístides Maillol. Lejos de llegar a un entente, el resignado argentino no pierde ocasión de demostrar su malestar con la directiva azulgrana. La salida de Luis Suárez le ha servido al rosarino para escenificar su destemple y encrespar más aún el ambiente, enrarecido ya de por sí por una moción de censura en marcha y con muchas opciones de prosperar, atendiendo al enfado de la masa social azulgrana.
La distancia entre Bartomeu y Messi es abismal y parece irreconducible. Se pudo comprobar durante el acto de despedida del charrúa, celebrado a «puerta cerrada» por la premura con la que se organizó y por la pandemia del Covid-19. Solo asistieron la familia de Suárez, los cuatro capitanes (Messi, Busquets, Piqué y Sergi Roberto) y Jordi Alba. La tensión se pudo palpar cuando apareció el presidente en el atril para oficializar con un breve discurso la marcha del uruguayo. Visiblemente serio y con marcadas ojeras, Bartomeu soportó la presión que atenazaba el ambiente. No se saludó con Messi, a pesar que solo les distanciaban cinco metros. Ni siquiera cruzaron una mirada. Una situación poco halagüeña a escasos tres días del debut en Liga ante el Villarreal (mañana, 21:00 horas).
No faltaron los mensajes de Suárez al dirigente durante su despedida («hubo filtraciones indignas, se han inventado cosas... No me sorprendió la llamada de Koeman, me lo esperaba porque ya se había dicho antes»), evidenciando la tensión existente entre ambos, pero el dardo más envenenado surgió de la cerbatana de Leo Messi. «Te merecías que te despidan como lo que sos: uno de los jugadores más importantes de la historia del club, conseguiste cosas importantes tanto en lo grupal como individualmente. Y no que te echen como lo hicieron. Pero la verdad es que a estas alturas ya no me sorprende nada», destripó el capitán en un nuevo disparo hacia Bartomeu, al que ya tildó hace un mes de «no cumplir con su palabra».
Iniciará el Barcelona la Liga con el ambiente muy enrarecido, con la posibilidad de que esta próxima semana se confirme una moción de censura que tiene muchos visos de acabar prematuramente con la gestión de Bartomeu, y con el vestuario molesto también. La prueba es la reacción de varios de los futbolistas y del entorno culé al mensaje de Messi contra el dirigente. Dani Alves, Samuel Eto’o, Neymar o Cesc se sumaron con comentarios y otros como Wagué, Umtiti o De Jong, dándole al «me gusta».
El malestar de Koeman
El descontento alcanza también al banquillo. Ronald Koeman le ha trasladado a su entono más cercano algunas dudas tras observar los últimos movimientos y comprobar que no se acaban de cumplir varias de las promesas que le hicieron cuando se hizo cargo de la primera plantilla. Para empezar, acogió con desagrado el giro de guión cuando se vetó la salida de Suárez al Atlético de Madrid y temió tener que quedarse con un jugador al que había descartado públicamente y que tenía un ascendente altísimo en el vestuario. Así se lo hizo saber al propio Bartomeu, que acabó aceptando un traspaso basado únicamente en variables.
Y para proseguir, continua esperando que le concedan algunas de las peticiones que puso sobre la mesa en su primer día de trabajo. Rodeado por Bartomeu, Javier Bordas, Oscar Grau y Ramon Planes, solicitó un delantero como Memphis Depay y un centrocampista como Wijnaldum, recibiendo el visto bueno por parte de sus interlocutores. Aunque ni Olympique de Lyon ni Liverpool, respectivamente, quieren desprenderse de sus futbolistas, sorprendieron las declaraciones de Jean-Michel Aulas, presidente del club francés, que desveló una conversación con Bartomeu: «Me aseguró que habían sufrido mucho por la crisis del coronavirus y que no tenían dinero suficiente para fichar a Memphis Depay». La entrada de una nueva directiva es el único saliente al que se aferra la afición para mantener a Messi alguna temporada más. Con elecciones convocadas para marzo, solo la moción de censura podría adelantar el proceso.
abc
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