El cerebro también cuenta con un GPS conceptual

  18 Septiembre 2020    Leído: 997
El cerebro también cuenta con un GPS conceptual

El cerebro no solo genera un mapa de los espacios que recorremos, sino también de los conceptos que nos permiten no confundir a un perro con un gato. El hipocampo se encarga de todo.

El conocimiento conceptual es uno de los atributos exclusivos de los humanos que nos permite utilizar conceptos para deducir, por jemplo, que un caniche o un sabueso son perros, aunque desconozcamos que pertenezcan a la raza Poodle o Golden Retriever.

Disponemos de esta habilidad porque somos capaces de representar mentalmente las cosas a través de conceptos, las unidades más básicas de toda forma de conocimiento humano: una serie de imágenes mentales que tenemos almacenadas en el cerebro, nos permiten reconocer a un perro en casi cualquier circunstancia.

Lo que todavía no conocemos suficientemente bien es cómo se crea en el cerebro ese proceso de conceptualización, conocido como conocimiento conceptual, que es la base de nuestra cognición, de nuestra cultura y de la toma de decisiones.

Cuestión del hipocampo
De investigaciones previas se ha deducido que el hipocampo, considerado el sistema de navegación o GPS del cerebro, está implicado en la formación del conocimiento conceptual.

El año pasado, investigadores del Instituto Max Planck De Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas, publicaron un artículo en la revista Cell, en el que por primera vez se establecía cómo se gesta la información conceptual en el cerebro.

Confirmaron que las dimensiones espaciales de los conceptos se agrupan en el hipocampo, que las organiza de la misma forma que la información espacial: crea un mapa de conceptos.

Estos investigadores, liderados por Stephanie Theves, observaron patrones de actividad cerebral que confirman que los mecanismos neuronales que apoyan nuestros desplazamientos por espacios físicos, organizan también la información más abstracta y no espacial en mapas mentales.

Leyendo mapas
Una nueva investigación, liderada asimismo por Stephanie Theves, ha profundizado un poco más en este laberinto y descubierto cómo se las arregla el cerebro para leer los mapas conceptuales creados en el hipocampo.

Lo que pudo observar este equipo es que esos mapas de conceptos creados en el hipocampo distinguen claramente lo que es relevante o accesorio para un conocimiento conceptual adecuado a cada circunstancia. Así navegamos mejor en el mapa conceptual.

¿Nuestros análisis sugieren que el hipocampo solo integra aquellas características en una representación combinada, similar a un mapa, que son relevantes entre sí, en este caso para definir el concepto. Eso significa que, aunque los objetos individuales se aprendieron y recordaron en todos sus detalles, el hipocampo recortó una representación del concepto de la totalidad de todas las características. Por lo tanto, asumimos que el hipocampo apoya la adquisición de conocimientos cartografiando únicamente la información relevante para el comportamiento», explica Theves en un comunicado.

GPS espacial y conceptual
Es decir, nuestro cerebro representa nuestro conocimiento del mundo a través de mapas: no solo es capaz de orientarnos entre las calles de una ciudad que desconocemos, sino que también nos facilita las decisiones representando en un mapa los conceptos que necesitamos para desempeñarnos en el día a día (y no confundir a un perro con un gato).

En el caso de la ciudad que desconocemos, utiliza mapas mentales de las calles conocidas para deducir cuál es el mejor atajo que podemos seguir para llegar antes.

En el caso de los conceptos, utiliza también mapas de las representaciones mentales que tenemos de los animales, por ejemplo, para que reconozcamos a un perro, aunque no sepamos a qué raza pertenece: prioriza lo relevante (un perro) y relega lo secundario (su raza).

Maestría cerebral
Theves considera que, gracias a este complejo GPS cerebral, podemos aplicar el conocimiento adquirido con eficacia: es muy difícil que confundamos a un perro con un gato.

También es verdad que a veces nos equivocamos en una calle desconocida, o que no tenemos claro si vemos a un perro o un gato porque pueden confundirse en la oscuridad, pero esas experiencias constituyen un aprendizaje que nos servirá para posteriores ocasiones.

Los investigadores consideran que estos trabajos ayudan a entender mejor los mecanismos de la inteligencia humana y del cerebro, que nos permiten vivir la vida deduciendo y generalizando información.

Comprender cómo se forman esos mapas mentales (espaciales y conceptuales) puede ayudar también a optimizar cualquier aprendizaje, ya que no hay mejor maestro que nuestro propio cerebro para gestionar mejor las cosas de la vida: a veces incluso recurre a nuestro inconsciente para optimizar nuestra experiencia.

elperiodico


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