Como si de una estación del año se tratara, Argentina tiene a las puertas de la primavera una nueva y previsible crisis del dólar. El presidente Alberto Fernández no ha tenido otra alternativa que proteger las reservas del Banco Central, de unos 42.000 millones de dólares (35,4 millones de dólares), después de meses de una sostenida pérdida de divisas. Una sangría hace peligrar el objetivo de recuperación económica de un país cuya economía caerá un 12% como consecuencia de la crisis heredada del Gobierno de derechas y de la pandemia.
Al anunciar las nuevas medidas que limitan la compra de la moneda estadounidense para su ahorro, Fernández ha dicho que el dólar debe dejar de ser "un mecanismo de especulación, una variable para que algunos acumulen dólares, en un país donde hacen falta para producir, no para guardar". Como era de suponer, la plaza financiera reaccionó mal. El precio de la divisa ha empezado a trepar en los circuitos ilegales de cambio que, bajo los cada vez más debilitados rigores de la cuarentena, muchas veces funcionan a través de WhatsApp.
Entre el 2015 y el 2019 se fugaron 86.000 millones de dólares. El expresidente del país, Mauricio Macri, se vio obligado al final de su presidencia, contra su deseo, a establecer restricciones para la compra de la divisa que ahora se han agravado. Del "cepo cambiario" se ha pasado al "super cepo". El diario 'La Nación' parece haber hablado en nombre de los afectados. "La pandemia es el Gobierno", ha escrito.
Fernández ha decidido, no obstante, pagar el costo de una medida que también afecta a las compras en el exterior con tarjeta de crédito y ql pago de los servicios 'streaming'. El trasfondo de esta decisión oculta una disputa fuerte con los sectores económicos que presionan para que una devaluación de magnitud aumente las ganancias de las empresas que exportan y cotizan sus activos en dólares.
Pelea por la depreciación
La pelea por la depreciación recién se ha iniciado y puede desembocar otra vez en un golpe de mercado. Una medicina amarga que la sociedad ya tomó en varias ocasiones, en 1975, 1981, 1989, 1991, 2002 y 2019.
Hasta el miércoles pasado, el dólar se pagaba en los bancos a 79,25 pesos. A ese precio se le sumaba un gravamen del 30%. Cada argentino podía adquirir al mes 200 dólares, ya sea para ahorrarlos o revenderlos y, con esa diferencia, mitigar las penurias.
Para atender esa demanda, el Banco Central se desprendió de 1.826 millones de dólares. Por el camino perdió otros 6.757 millones de dólares porque muchas empresas habían tomado créditos preferenciales en pesos, otorgados por el Estado en el marco del confinamiento, y luego cambiaban esas sumas por billetes estadounidenses.
La economía argentina, de hecho, "bimonetaria". El dólar no solo es una moneda de ahorro e inversión. Regula las menudencias cotidianas y las obsesiones colectivas. Los argentinos tienen ahorrados 225.516 millones de dólares en bancos extranjeros.
elperiodico
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