Bielorrusia se encuentra inmersa en una ola de protestas desde las últimas elecciones en el país, el 9 de agosto del 2020. Los resultados oficiales de la Comisión Electoral Central dieron la victoria al actual presidente, Aleksandr Lukashenko, con un 80% de los votos.
Sin embargo, una parte de la población del país y la oposición creen que se han falsificado los resultados para que Lukashenko continúe en el poder, ya que cada vez hay más personas contrarias a sus políticas.
Este malestar ha provocado manifestaciones cada fin de semana en el país desde el 10 de agosto. Según las estimaciones de varios medios, las protestas más multitudinarias llegaron a reunir alrededor de 100.000 personas.
Lukashenko, el “último dictador de Europa”
Lukashenko ha sido el presidente del país desde 1994, momento en el que se celebraron las primeras elecciones presidenciales en Bielorrusia tras recuperar su independencia. El país había formado parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta su disolución, entre 1990 y 1991.
Es el presidente del continente europeo que más tiempo lleva en el poder, unos 26 años. Por ese motivo y por su estilo de gobierno autoritario, el antiguo presidente de los Estados Unidos George W. Bush lo describió en 2005 como “el último dictador de Europa”.
Sus opositores piden unas nuevas elecciones más transparentes y se quejan de problemas de corrupción, falta de libertad de expresión, falta de oportunidades y pobreza en el país.
La gestión del coronavirus también ha añadido malestar entre la población. En el país no se decretaron medidas de confinamiento, a pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y desde el gobierno se minimizó la gravedad de la pandemia.
Miles de personas protestan contra Lukashenko
El gobierno ha reprimido las protestas con violencia. En lo que va de mes se han arrestado alrededor de 7.000 manifestantes, y a mediados de agosto se habían registrado cuatro muertos debido a heridas causadas durante las protestas, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
El mismo organismo señalaba que había recibido 450 casos documentados de tortura o de malos tratos de los detenidos.
Además, también se ha censurado a los medios de comunicación locales y se han golpeado y detenido a varios periodistas durante las protestas, lo que pone en riesgo la libertad de expresión en el país.
El gobierno también ha intentado silenciar a la oposición del país, liderada por mujeres. Svetlana Tijanóvskaya, líder de la oposición, se fue a Lituania tras haber sido detenida durante unas horas tras las elecciones y, una de sus aliadas, Veronika Tsepkalo, viajó a Polonia con su familia. María Kolésnikova, también opositora y que se había quedado en Bielorrusia, fue detenida la semana pasada.
La Unión Europea (UE), de la que Bielorrusia no forma parte, no reconoce los resultados de las elecciones porque considera que no fueron “ni justas ni libres”, según el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Sin embargo, Rusia, país aliado de Bielorrusia, ha señalado que apoyará a Lukashenko.
Lukashenko se niega a repetir las elecciones. Las protestas continúan y faltará ver cómo van a afectar el futuro del país.
lavanguardia
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