Angela Merkel recibió este jueves en Berlín al primer ministro sueco, Stefan Löfven, al que informó personalmente del desarrollo del caso Navalni. «Efectivamente, es necesaria una respuesta», asintió Löfven a la reivindicación de Berlín de una reacción europea conjunta. Hay algunos estados dentro de la UE que no quieren poner en peligro su relación con Rusia, como la Hungría de Viktor Orban o Eslovenia, pero la oposición alemana culpa a Merkel de estar jugando un doble juego.
Fue la ONG «Cinema for Peace» la que promovió el traslado del opositor ruso Alexéi Navalni desde Omsk, en Siberia, hasta un hospital de Berlín. Pero una vez allí, el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, aclaró que Navalni permanecía en el país «en calidad de invitado del gobierno» y, cuando un laboratorio militar confirmó el miércoles el envenenamiento con Novichok, agente químico nervioso creado por la inteligencia rusa en los años 70, el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, comenzó a remover Roma con Santiago en la UE y en la OTAN para promover un posicionamiento internacional contra el Gobierno ruso, sospechoso de haber ordenado el ataque. «Hay preguntas muy serias que Moscú tiene que responder», ha exigido Merkel en un tono desacostumbradamente beligerante.
«El aparente intento de asesinato por parte de las estructuras mafiosas del Kremlin ya no solo puede preocuparnos, debe tener consecuencias reales», decía este jueves la líder del Partido Verde Katrin Göring-Eckardt, que se refería muy concretamente al gasoducto Nord Stream 2, que a lo largo del fondo de Mar Báltico evita territorios como el ucraniano y está a punto de doblar la capacidad de suministro de gas ruso a Europa, que cubre ya una tercera parte de las necesidades totales. La capacidad de la línea de 1.230 kilómetros es de 55.000 millones de metros cúbicos por año. Para el líder del FDP, Christian Lindner, está claro que «un régimen que organiza asesinatos y envenenamientos no es un socio aceptable para grandes proyectos de cooperación, ni siquiera para proyectos de oleoductos».
El director de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Wolfgang Ischinger, considera que ahora debe estar sobre la mesa todo el espectro de posibles medidas. Esto también incluye «proyectos económicos». Nord Stream 2, sin embargo, es «un punto difícil», reconoce, «porque si no terminamos esa tubería, por supuesto, nos dispararíamos en la rodilla, por así decir».
Merkel ha apoyado el proyecto Nord Stream 2 contra la voluntad de numerosos socios europeos y lo ha defendido contra los EE.UU., que a finales de 2019 impuso incluso sanciones a las empresas que participan en su construcción, intentando evitar la finalización del oleoducto. A mediados de julio, el Gobierno de EE.UU. amenazó con nuevas sanciones, argumentando que Alemania y Europa dependerían de la energía de Moscú.
Trump mete cizaña
Alemania «arrojaría miles de millones» a Putin, ha criticado recientemente Trump, que preferiría exportar su propio gas licuado a los precios más altos posibles. Curiosamente, el hombre de Putin en Alemania, el que ha estado cuidando de los 12.000 millones de inversiones que hay en juego, no es otro que el socialdemócrata Gerhard Schröder, a quien Merkel disputó la Cancillería en 2005 tras dos legislaturas en el Gobierno alemán. Cinco grupos europeos (Wintershall, Uniper, OMV, Engie y Royal Dutch Shell) contribuyeron cada uno con 950 millones de euros. El resto fue financiado por el gigante energético ruso Gazprom, que también es propietario al 100% de Nord Stream 2 AG.
«Rusia practica una política inhumana y de desprecio, necesitamos una respuesta dura que Putin comprenda», criticó Norbert Röttgen, presidente del a Comisión de Exteriores del Bundestag y uno de los candidatos a suceder a Merkel al frente de los conservadores alemanes, «la asociación entre Alemania y Rusia ha sido solamente un sueño y ha durado demasiado».
El Nord Stream 2 ha sobrevivido a la anexión de Crimea, al asesinato en el centro de Berlín de un exiliado checheno de un tiro, a manos de la inteligencia rusa y a la influencia de Putin sobre líderes como el presidente turco Erdogan, las actuaciones rusas en Libia y Siria, gracias a la intensa actividad de lobbies rusos en Alemania. «Permitir ahora que sea finalizado el gasoducto sería la confirmación al máximo nivel de que no solo aceptamos su política, sino que incluso la recompensamos», advirtió Röttgen.
«Ha dejado de repetir la frase de que hay que seguir hablando con Móscú. Está claro que Merkel busca un acuerdo europeo para sancionar a Rusia», analiza Ariane Reimers, experta de la televisión pública alemana ARD. Pero el diario de Múnich Süddeutsche Zeitung ha afirmado en su editorial que «Alemania no puede mantener una ficción» buscando sanciones a Rusia mientras considera a este país uno de sus principales socios económicos. Frankfurter Algemeine Zeitung ha sugerido incluso que, si no hay decisiones europeas, Alemania debe actuar de forma bilateral.
abc
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