«Tengo síntomas respiratorios leves». Este breve tuit de la joven primera ministra finlandesa, la socialdemócrata (SDP) Sanna Marin de 34 años, dejaba el martes entrever que podría tener coronavirus: Marin ha anunciado que está aislada y teletrabajando a la espera de los resultados del test para detectar si tiene o no el virus. La líder de la coalición de centro-izquierda ha anulado las citas de su agenda pública, como la reunión del grupo parlamentario que tenía prevista, del mismo modo que lo hizo el pasado mes de abril, cuando tomó las debidas precauciones al confirmar que un empleado de su residencia había estado con un caso positivo. Entre los asuntos que Helsinki tenía previsto debatir este martes estaba la suspensión de las conexiones aéreas con Macedonia ante el repunte de casos entre los pasajeros llegados de ese país.
La semana pasada, el Gobierno finlandés actualizó sus recomendaciones para contener el reciente repunte de la pandemia de Covid-19 en Finlandia y por primera vez aconsejó a sus ciudadanos cubrirse voluntariamente nariz y boca: Marin anunciaba en rueda de prensa un cambio postura respecto a las mascarillas y recomendó su uso en el transporte público al menos durante las horas punta, así como en las ciudades más pobladas. Desde el inicio de la pandemia, la línea oficial de Finlandia ha sido la de no recomendar la utilización generalizada de la mascarilla, debido a las dudas sobre su eficacia a la hora de frenar los contagios y al limitado número de infecciones registradas en el país –es el que menos tiene de todos los nórdicos en proporción a su población–.
El aumento del ritmo de contagios en las últimas semanas, cuya tasa se ha triplicado en este mes hasta 140 nuevos casos semanales, ha llevado a Helsinki a fomentar el uso de mascarilla siguiendo la recomendación del Instituto Nacional de Salud y Bienestar. Helsinki también ha recomendado el uso de mascarilla en personas que se trasladan a algún centro sanitario para realizarse una PCR y hasta conocer los resultados de la misma, así como en todas las personas que lleguen al país procedentes de las denominadas zona de riesgo hasta instalarse donde harán su cuarentena obligatoria, o todos los que, por razones de urgencia, deban «romper» ese aislamiento obligatorio.
Finlandia es uno de los países más restrictivos del mundo a la hora de permitir la entrada de turistas del extranjero, ya que sólo están exentos de la cuarentena obligatoria quienes lleguen de naciones que hayan detectado en las últimas dos semanas un máximo de ocho nuevos contagios por Covid-19 por cada 100.000 habitantes. En la práctica, Finlandia, cuya tasa equivalente es actualmente de 4,7 contagios, considera países de riesgo a todos los Estados del mundo excepto 26, la mayoría de ellos en el continente europeo. Según datos oficiales, el país nórdico ha registrado hasta la fecha 7.683 casos confirmados y 333 muertos por Covid-19, con una tasa de 140 contagios y seis fallecidos por cada 100.000 habitantes.
Boda secreta
Marin se casó en secreto a principios de agosto en una ceremonia íntima a la que asistieron no más de cuarenta invitados: la jefa del Gobierno finlandés se casaba con su novio de hace 16 años, el exfutbolista Markus Räikkönen. Marin y Räikkönen se conocieron cuando tenían 18, viven como pareja estable desde hace años y tienen una hija en común de dos años y medio de edad. «Juntos hemos visto y experimentado muchas cosas, intercambiado alegrías y penas y nos hemos soportado el uno al otro en situaciones de calma y de tempestad», escribió Marin en su mensaje en la red social que acompaña una fotografía de la pareja. La boda tuvo lugar en la residencia oficial de la primera ministra, una pintoresca villa, en una ceremonia de carácter privado y restringida a un círculo íntimo de familiares y amigos.
Criada en una familia homoparental –su madre biológica y la pareja de esta–, Marin fue elegida primera ministra en diciembre convirtiéndose en la gobernante más joven del mundo, un lugar que la primera ministra de Finlandia perdió al llegar al poder el conservador (ÖVP) austriaco Sebastian Kurz que este mes cumplirá 34 años. La recién casada viene de una familia modesta: criada en un pequeño municipio cercano a Tampere –la tercera ciudad más grande de Finlandia–, Marin es la primera de su familia en llegar a la universidad. Sus padres se divorciaron cuando era muy pequeña, luego de lo cual su madre rehizo su vida con una mujer. La política finlandesa –que ha trabajado desde los quince años, como dependienta en una panadería, repartidora de periódicos o cajera– se convirtió el año pasado en la persona más joven al cargo de un Gobierno, al recibir 99 votos a favor y 70 en contra en la última sesión de investidura en Finlandia.
abc
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