Un reciente estudio arroja nuevos detalles acerca de los deinosuchus, un extinto género de cocodrilos gigantes del periodo cretácico tardío en América del Norte. La investigación, publicada a finales de julio en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, ha permitido a los expertos corroborar que se trata de los cocodrilianos más grandes que se hayan conocido, principales depredadores de su entorno y capaces de alimentarse de dinosaurios.
Los científicos, encabezados por el paleobiólogo de vertebrados Adam Cossette, revisaron varias muestras fósiles de estos animales y caracterizaron tres especies, denominadas Deinosuchus hatcheri, Deinosuchus riograndensis y Deinosuchus schwimmeri. Se cree que las dos primeras vivieron en el oeste de Norteamérica —desde lo que hoy se conoce como Montana hasta el norte de México— y la tercera habría habitado a lo largo de la llanura costera del Atlántico, desde Nueva Jersey hasta Misisipi. Estos animales desaparecieron antes de la principal extinción masiva, al final de la era de los dinosaurios, y se desconoce el motivo.
Se sabe que estos cocodrilos medían hasta 10 metros de longitud. Se posicionaron como los más grandes que jamás hayan existido y como principales depredadores entre 75 y 82 millones de años atrás, cuando coexistían junto a los dinosaurios. Incluso, estudios previos de restos craneales y marcas de mordeduras en huesos fósiles habían llevado a los paleontólogos a especular que estos enormes reptiles se alimentaban de aquellas especies. Ahora, la reciente investigación ha confirmado que el Deinosuchus poseía una cabeza y una mandíbula con características suficientes para hacer eso posible. Asimismo, parece haber sido un depredador oportunista y, dado que era tan enorme, casi todo los miembros de su hábitat entraban en su menú; así, se encontraron múltiples ejemplos de marcas de mordeduras hechas por la especie schwimmeri en caparazones de tortugas y huesos de dinosaurios.
"El Deinosuchus era un gigante que debe haber aterrorizado a los dinosaurios que llegaban a la orilla del agua para beber. Hasta ahora se desconocía el animal completo. Estos nuevos especímenes que hemos examinado revelan un depredador monstruoso y extraño, con dientes del tamaño de plátanos", asegura Cossette.
Pese a que el nombre de su género se traduce como "cocodrilo del terror", los recientes hallazgos refuerzan la idea de que estos saurópsidos estaban más relacionados con los caimanes, aunque morfológicamente no eran totalmente parecidos a ninguno de los anteriores. Su hocico era largo y ancho, pero inflado en la parte delantera, alrededor de la nariz, particularidad de la cual se desconoce su función y de la que carece cualquier otro cocodrilo vivo o extinto. "Era un animal extraño. Muestra que los crocodilianos no son 'fósiles vivientes' que no cambiaron desde la era de los dinosaurios. Han evolucionado tan dinámicamente como cualquier otro grupo", afirma el profesor Christopher Brochu, paleontólogo de la Universidad de Iowa (EE.UU.) y coautor de la investigación.
Aunque en el marco de la investigación de Cossette los científicos despejaron ciertas dudas sobre el Deinosuchus y corroboraron algunas particularidades de su estructura ósea, esperan que investigaciones futuras los ayuden a desentrañar otros misterios que les permitan aprender más acerca de esta "increíble criatura".
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