Tras permitir la irrupción de Tijanóvskaya, la contrincante más poderosa que jamás ha tenido Lukashenko en unas elecciones, en la recta final de la campaña le apretó las tuercas. El dictador, que consigue su sexto mandato de cinco años, volvió a mostrar su verdadero rostro y arremetió contra ella tratando de limitar sus exitosas y multitudinarias apariciones públicas, arrestando a sus colaboradores y hostigando a los participantes en los mítines.
Nada más cerrar los colegios electorales y sin que la oposición pudiera haber tenido tiempo de reunir a demasiada gente, comenzaron las detenciones mientras la Policía cortaba calles y acordonaba las plazas. Las medidas de seguridad adoptadas durante toda la jornada nunca se habían visto antes en la república durante unos comicios.
Además de un despliegue adicional de tropas en la frontera con Rusia, se instalaron puestos de control del Ejército a la entrada de Minsk. También se vieron carros blindados y camiones militares por la ciudad y más policías de lo habitual protegiendo edificios oficiales, reportaron distintas publicaciones digitales, entre ellas Znak.com.
Además, Minsk y otras ciudades amanecieron con problemas de acceso a internet, según la radio Eco de Moscú. Las encuestas de popularidad quedaron prohibidas en junio, lo que impidió saber con qué posibilidades contaban los cinco candidatos en liza: Lukashenko, Tijanóvskaya, la exdiputada Anna Kanopátskaya, el líder del Partido Sociademócrata Gromada, Serguéi Chereshnia, y el copresidente de la plataforma «Govori pravdu» (Di la verdad), Andréi Dmitriev. Por si no fuera suficiente, la Fiscalía ordenó bloquear la web de la plataforma «Golos» (Voz), que intentó organizar un recuento alternativo de votos para evitar irregularidades. Invitaba a los electores a tomar fotos de la papeleta antes de introducirla, registrarse después en la web y enviarla para realizar el escrutinio.
La votación anticipada comenzó el pasado martes, lo que, a juicio de los candidatos opositores, hacía ya temer una manipulación considerable de los resultados. La Comisión Electoral Central informó de que cerca del 42% de los bielorrusos depositaron su voto antes del domingo, lo que da idea de la envergadura que puede haber alcanzado el fraude electoral. Además, esta vez no hubo observadores independientes.
Todos los analistas dan por sentado que las calles del país se llenarán pronto de manifestantes. La pregunta es cuántos y con qué resistencia a la presumible represión que se desencadenará. Tijanóvskaya llamó el sábado a evitar la violencia en las calles. «Bielorrusos, civiles y vestidos de uniforme, les pido que no recurran a la violencia. Somos gente pacífica. Nuestra fuerza radica en la unidad y el amor a nuestro país y a nuestras familias. Somos mayoría y no necesitamos sangre en las calles de la ciudad «, declaró la principal candidata de la oposición.
El factor ruso
Una de las dos mujeres que la arropaban, Verónica, la esposa del candidato excluido y escapado a Moscú Valeri Tsepkalo, huyó ayer también a Rusia por miedo a represalias. La otra, María Kolésnikova, representante del banquero y candidato también apartado de la lucha por la presidencia, Víctor Babariko, permanecía ayer a su lado.
No hay que perder tampoco de vista el factor Rusia. En el Kremlin están muy descontentos con el actual jefe del Estado bielorruso por negarse a la unión ruso-bielorrusa y le exigen poner en libertad a los 33 supuestos mercenarios del grupo privado ruso Wagner. Se les acusa de preparar acciones para desestabilizar Bielorrusia. Lukashenko ha utilizado esta circunstancia como revulsivo electoral, aunque podría terminar generándole problemas.
«No nos vamos a relajar, todas nuestras estructuras de seguridad y los servicios secretos se encuentran en régimen especial -de alerta-. No hay fundamento para afirmar que mañana tendremos el país sumido en el caos o la guerra civil. Anuncio y garantizo que no será así», declaró Lukashenko al depositar su voto. Dijo también que 170 personas intentaron entrar en el país con visados falsos y no se les permitió el paso. «No vamos permitir que las cosas se descontrolen (...) en la frontera hay una vigilancia muy estricta. Se ha redoblado el dispositivo de seguridad en el sector ruso-bielorruso», añadió.
El primer mandatario bielorruso subrayó que acordó por teléfono el viernes con Vladímir Putin «esclarecer la verdad» sobre la presencia de paramilitares rusos en Minsk en la víspera de los comicios. Dijo después haber recibido una carta de Putin en tono conciliador.
abc
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