En medio de una escalada de tensiones entre ambas potencias, EE.UU. manda la delegación de más alto rango a Taiwán -un país que no es reconocido por buena parte de la comunidad internacional para no enfadar a China, que lo considera territorio de su soberanía- desde 1979.
En aquel año, tras el acercamiento impulsado por el presidente Richard Nixon, EE.UU. estableció relaciones diplomáticas formales con el Gobierno comunista de Pekín dejó de considerar al Gobierno de Taipéi -la capital de Taiwán- como China.
El Gobierno demócrata de Taiwán se formó en 1949 tras la derrota de las fuerzas nacionalistas frente a los comunistas y la huida a esta isla.
Según un comunicado oficial de EE.UU., el viaje es parte de la «política estadounidense de envío de altos cargos a Taiwán para reafirmar la amistad» entre ambos países y celebrar los valores democráticos que comparten «en contraste con los sistemas autoritarios».
Gesto de apoyo
El viaje de Azar es también una muestra del apoyo de EE.UU. a Taiwán ante el expansionismo militar de Pekín en la región, que podría acabar con una invasión de la isla. Azar prevé un encuentro con Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán, y otros altos cargos.
La respuesta de China ha sido el establecimiento de ejercicios militares con fuego real en la región. Tendrán lugar entre el miércoles y el viernes, a una distancia de unos 550 kilómetros de Taiwán, según la prensa local.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Wang Wenbin, exigió esta semana a Washington que cumpla con el principio de «una China» -la política diplomática por la que solo se tiene relaciones con el régimen comunista- para no «afectar la estabilidad y la paz», en la región.
abc
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