El Consejo de defensa consagrado a la pandemia se reunió por vez primera el 8 de marzo pasado y es un consejo restringido que reúne al presidente de la República, su jefe de Gobierno y los ministros directamente afectados por la crisis, comenzando por los de Sanidad, Educación, Interior, Economía y Asuntos Exteriores, acompañados por los trece miembros del Consejo científico, presidido por Jean-François Delfraissy (inmunólogo, antiguo presidente del Comité nacional de Ética). Está por decidir si será un consejo presencial o virtual, a través de teleconferencia.

A finales de julio, Macron advirtió a sus ministros de que las vacaciones no están para descansar si no para «trabajar de otra manera». Instalado, con su esposa, en la residencia veraniega de los jefes de Estado franceses, en el Fuerte de Brégançon, en la frontera en la región de Provenza-Costa Azul, Macron trabaja a diario en vídeoconferencia con todo su equipo y ha realizado un viaje excepcional al Líbano, como gesto de solidaridad, tras la inmensa tragedia ocurrida en el puerto de Beirut.

Tras conocer las últimas cifras de evolución de la pandemia y el último informe del Consejo científico, Macron ha decidido convocar un Consejo de defensa excepcional, la semana que viene, doblemente inquieto: por la evolución de la crisis, en Europa, Francia y España.

Entre todos los vecinos de Francia, España sigue siendo el más problemático, en el terreno sanitario estratégico. De entrada, las cifras oficiosas y oficiales tienen una comparación inquietante. Francia (67,8 millones de habitantes) ha contabilizado 194.000 casos hasta el 6 de agosto, unos 2.897 por cada millón de habitantes. Con 8.841 casos descubiertos los últimos siete días.

Según las cifras barajadas en París, España (47,3 millones habitantes) ha contabilizado 309.855 casos, hasta el 6 de agosto, unos 6.632 casos por cada millón de habitantes. Con 24.425 casos descubiertos los últimos siete días.Incluso si esas cifras pudieran y debieran matizarse, la comparación, desde París, se percibe inquietante. Las declaraciones y publicidad oficial («salimos más fuertes»), el enfrentamiento diario y contradictorio entre las distintas autoridades gubernamentales y autonómicas, alimenta una incertidumbre permanente.

Hacer horas extra
A finales de julio, Jean Castex, primer ministro, recomendó «vivamente» a los franceses que «evitasen» el viaje turístico a Cataluña. Castex es un gran conocedor del problema: ha sido alcalde de Prades, pequeña localidad próxima a Perpiñán, y su esposa, Sandra Castex, es concejala en otro pequeño pueblo, Valcebollère.

Un día sí y otro también, los medios de comunicación, locales, regionales y nacionales evocan el posible cierre de las fronteras con España. Sin poder especificar si podría tratarse de las fronteras terrestres o el control en los aeropuertos.Ante la evolución de la crisis, Macron ha pedido a sus ministros que trabajen horas extras este fin de semana, para hacer una evaluación global y colectiva de la crisis, en el Consejo de defensa excepcional consagrado a la pandemia, la semana que viene.

La semana pasada, el Consejo científico francés subrayó que España es un mal ejemplo, nada aconsejable como dudoso modelo, por estas razones: «El virus circula en Francia de manera activa, con un ritmo más moderado, gracias a las medidas de distanciamiento físico, las mascarillas y las barreras de protección: el equilibrio es frágil y podemos caer, en todo momento, en un escenario menos controlado, como ocurre en España, por ejemplo».

A partir de esa constatación, presidente y Gobierno francés han seguido trabajando, con ordenada prudencia y mucho viaje profesional y contacto directo con la opinión pública. Castex, primer ministro, jefe de Gobierno, se desplaza a provincias varias veces por semana, tomando buena nota de las quejas locales, negociando y avanzando nuevas decisiones.

abc

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